Priscilla Presley en Viena

Hoy se ha conocido una noticia que no te salvará el día, pero que igual te regocijará.

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17 de Enero .- Todos los años, el magnate de la construcción Richard Lugner es uno de los asistentes más prominentes al Baile de la Ópera (opernball), el evento que cierra en Viena el carnaval y da paso a la cuaresma.

Richard Lugner también es, como todo el mundo sabe, uno de los personajes de aparición más frecuente de la prensa basura austriaca, esa que se nutre de sexo pajillero, glamour de garrafón y sangre (también de garrafón).

Lugner anda un poquito achacoso (los años, amiga, que no pasan en balde) pero no renuncia a su inveterada costumbre de traer algún famoso a su palco del baile de la ópera, al objeto de atraer a los paparazzis y mantener su posición en el feroz ecosistema del que es habitante destacado.

Lugner ha subido las escaleras del augusto coliseo a la vera del Ring con, por ejemplo, Sophia Loren, también con Larry Hagman. El año pasado fue Jane Fonda la que, cheque mediante, se prestó a que la fotografiaran con Lugner. También la llamada Ruby Rubbacuore (la señorita de la vida que le alegraba las pajarillas a Silvio Berlusconi) se puso un traje que dejaba poco a la imaginación y posó junto a Lugner antes de hundirse en las tinieblas del anonimato.

Les invitades de Richard Lugner en el palco suelen ser famosos de capa caída que necesitan el dinero (si no, de qué) y/o personas a las que Richard Lugner conoce porque fueron conocides en los ochenta (hay que tener en cuenta también que Richard Lugner no es un Castelar).

Hoy se ha sabido que la próxima “víctima” del magnate va a ser Priscilla Presley, la viuda de Elvis Aaron, el famoso cantante norteamericano, fallecido en el verano de 1973.

Priscilla y El Rey (no confundir con el Emérito) se conocieron en 1959, cuando Elvis estaba haciendo la mili en Alemania y ella estaba acompañando a su padre que también estaba sirviendo allí. Priscilla tenía 14 años y Elvis tenía 24. El hecho de que un tío hecho y derecho y con pelos en los…Digooo, en el pecho, se enamorase de una muchacha apenas púber y empezara a cortejarla no causó al parecer demasiada sorpresa en los padres de Priscilla. Estos accedieron a que el cantante y la chiquilla se fueran a vivir juntos a Graceland bajo la condición de que se casarían cuando Priscilla llegase a la mayoría de edad.

Así fue en 1967. Inaugurando una tradición que tuvo bastante continuidad (la de las bodas con tupé y lentejuelas) Priscilla y Elvis se casaron en el hotel Aladdin de Las Vegas. Fue un matrimonio breve y tempestuoso. Después de que naciera su hija común, Lisa Marie (fallecida en 2023), Elvis y Priscilla se dijeron (en inglés) ahí te pudras. El cantante, como es sabido, arruinó su espléndida belleza a base de ponerse gordo como un cebón y su salud a base de pastillas y drogas. A los cuarenta y dos, cuando falleció, era una ruina humana.

Priscilla, que no tenía un pelo de tonta, rehízo su vida con un italiano llamado Marco Garibaldi, con el que tuvo un hijo, Navarone Garibaldi (!Qué nombre, gensanta!), y se hizo una próspera mujer de negocios. Lozana aún, emprendió una carrera de actriz. Salió en Dallas, en Melrose Place (“el roce me place”) y en las pelis de “Agárralo como puedas” con el simpar Leslie Nielsen.

Fue ella la que administró la herencia de Elvis abriendo Graceland al público y produciendo diverso material audiovisual, como una serie de dibujos animados para Netflix. Los millones que ganó le permitieron convertirse en una de las mujeres más y peor operadas de la historia (con permiso de Donatella Versace).

Por su aparición en Viena, Priscilla Presley cobrará, según parece, 100.000 Euros (lejos de los 250.000 de Jane Fonda) y a cambio tendrá que soportar el pastoso inglés de Richard Lugner. Una ventaja sí que va a tener: dada su edad (79 el 24 de Mayo) excusará el presumible sobeteo del millonario el que, como es bien sabido, comparte el gusto de Elvis por las mujeres mucho más jóvenes que él.

Eso que se ahorra, la mujer.


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