Una extraña noticia que se produjo en septiembre del año pasado ha encontrado hoy su explicación.
26 de Febrero.- Hace algunos meses, en septiembre de 2023, saltó a los medios una noticia que provocó enorme perplejidad en Austria. La noticia consistía en una foto y un lacónico comunicado. La foto mostraba a Andreas Mölzer, una de las vacas sagradas de la extrema derecha austriaca, departiendo con aire concentrado y cara de estar padeciendo una diarrea de las que hacen época, con un talibán, en un saloncito decorado con pretensiones de respetabilidad.
En el comunicado, los representantes de esa dictadura tribal y salvaje en donde se mata, se mutila, se tortura y se sojuzga a las mujeres, se felicitaban de que “respetables” políticos europeos hubieran acudido a Afganistán a ver cómo era la vida de verdad en ese país en el que, lo repito, se mata, se mutila, se tortura y demás.
Lo que suele llamarse “la clase política austriaca” incluyendo, por cierto, a Herbert Kickl, mostró una inusual unanimidad a la hora de condenar la visita de marras la cual, a su juicio, hacía que los talibanes pudieran sentirse tentados a pensar que alguien no pensaba de ellos que son unos auténticos hijos de mala madre.
Andreas Mölzer, que tampoco es un santo, respondió a las críticas visiblemente incómodo y visiblemente deseoso de no dar unas explicaciones que hubieran sido necesarias.
Como todo lo que es secreto se termina por saber un día u otro, hoy se ha sabido el auténtico motivo de su visita.
Gracias a la intercesión de Catar, una monarquía absoluta con el mismo respeto por los derechos humanos que los talibanes, un ciudadano austriaco, que llevaba nueve meses en las cárceles afganas ha sido puesto en libertad.
El austriaco, un conocido ultraderechista, había ignorado la advertencia del Ministerio de Asuntos Exteriores de no viajar a Afganistán y había decidido irse de vacaciones a este bonito país, marco incomparable de belleza sin igual. Allí, se había dedicado a preguntarle a las personas qué tal les iba y, seguramente, les había preguntado también por lo que pensaban de la política.
Con sus impagables averiguaciones, había mandado al panfleto ultra Info Direkt un artículo que llevaba por título Vacaciones en Afganistán.
Lo que no sabía era que los talibán ya le tenían echado el ojo. Pronto le enchironaron acusado de espionaje.
A pesar de todo, Herbert F. considera que el asunto de su detención, ha sido “cuestión de mala suerte” y que Afganistán, liberado, en sus palabras de “los lacayos de Washington” está lleno de buenas personas.
Podrá el lector quizá preguntarse por qué los talibán tienen tan buena fama en los ambientes ultras y es porque, dejando aparte la pequeña pega de que practican la religión mahometana, los ultras austriacos se sienten enormemente en sintonía con aquellos cafres. Dios (o Alá) los cría y ellos se juntan.
El Gobierno austriaco ha hecho saber que solo a la labor mediadora del gobierno catarí debe agradecer Herbert F. el haber sido liberado. Desde la cancillería se llevaron a cabo “discretas” gestiones para su puesta en libertad que, por fin, han dado fruto. Gracias a la mediación catarí, el ultra pudo recibir medicamentos que precisa y un aparato de audición. Se le ha proporcionado asistencia consular para que pueda volver a Austria, a pesar de lo cual Herbert F., de 84 años, ha anunciado su intención de volver a Afganistán en algún momento del futuro.
El recientemente liberado es un viejo conocido de las fuerzas de seguridad austriacas. En 1967 fue miembro fundador del NDP (Partido Nacionaldemocrático) que fue prohibido en 1988.
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