Razones para amar la Unión Europea (1)

La Unión Europea es una cosa genial que nos proporciona enormes ventajas como ciudadanos. Hoy: la libre circulación de personas y la libertad de residencia.

 

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3 de abril.- Dentro de dos meses los ciudadanos de la Unión Europea estamos llamados a las urnas para elegir a los miembros de un nuevo Europarlamento.

Se suele decir lo mismo de todos los comicios pero, sin duda, estas elecciones son cruciales y marcarán el destino de la Unión y el de sus casi 450 millones de habitantes de una manera decisiva.

Son muchos los desafíos a los que, como europeos, nos enfrentamos y, sin duda, uno de los mayores es la leyenda negra que potencias exteriores, especialmente la Federación Rusa, están difundiendo a propósito de los veintisiete.

Y, sin embargo, los que vivimos en otros países europeos que no son el nuestro de nacimiento y, sobre todo, los que conocimos un mundo sin Unión Europea, somos perfectamente conscientes de que la UE es un gran invento que aporta muchísimas ventajas a los ciudadanos.

Por eso, desde este punto de vista, inicio hoy una serie de artículos en los que tengo el propósito de explicar lo fenomenal que es la Unión Europea y por qué no hay que votar a aquellos partidos y candidatos, sobre todo los de extrema derecha pero algunos de extrema izquierda también, que quiere terminar con lo mejor que le ha pasado en muchos siglos a Europa occidental.

Como esto lo está escribiendo un español que vive en Austria, voy a empezar con el derecho que, como ciudadano de la Unión, más me ha servido.

LOS EUROPEOS TENEMOS DERECHO A CIRCULAR LIBREMENTE POR LA UNIÓN

Los ciudadanos de los países miembros de la Unión tenemos derecho a movernos libremente dentro de la Unión y a residir sin trabas en el país de nuestra elección.

Estas dos libertades, que forman la espina dorsal de los derechos de los ciudadanos europeos, no solo se extienden los propios individuos, sino también, como veremos un poquito más adelante, a los miembros de su familia.

Estos dos derechos emanan de la Directiva 2004/38/CE del Parlamento Europeo y del Consejo de 29 de abril de 2004.

¿QUÉ ES UNA DIRECTIVA?

Antes de seguir hay que explicar que las directivas son recopilaciones de principios sobre un determinado asunto para que, una vez aprobadas por el parlamento, los Estados miembros las incorporen a sus legislaciones. En este caso, la directiva dice que las legislaciones de los países miembros tienen que incorporar el derecho a la libre circulación por el territorio de la Unión y la libertad de residencia y que estos dos derechos son principios superiores y no se pueden limitar más que en algunas pocas situaciones: aquellas que compromentan el orden público, la seguridad o la salud pública (lo comprobamos todos, por desgracia, durante la pandemia). Se debe respetar siempre el principio básico de no discriminación. O sea, que ningún país podría aprobar una ley que dijera “los rumanos, los checos, los franceses y los portugueses tienen libertad para residir aquí, pero el resto de los nacionales de los países de la Unión necesitarán un visado”.

Son derechos que se disfrutan no solo individualmente, sino que rigen para toda la familia. Dado que la familia es una construcción sociocultural cuya definición varía según los territorios, la Unión Europea utiliza esta definición: una familia la componen: cualquier persona y su pareja, sea de la nacionalidad que sea, los hijos comunes pero también los hijos de cada uno de los miembros por separado, menores de veintiún años y los ascendientes directos (padres) a cargo de los miembros de la pareja.

El derecho a la libre circulación de personas no es ilimitado sino que está regulado para garantizar mejor su ejercicio. O sea, cualquier ciudadano de la Unión y su familia tienen derecho a circular, esto es, a pasar de un país de la Unión a otro, sin que se le pueda exigir visado de entrada o de salida. El único requisito es tener un documento de identidad válido en el país de origen. En el caso de nosotros, los españoles, el Documento Nacional de Identidad o el pasaporte.

LOS EUROPEOS SOMOS LIBRES DE RESIDIR EN EL PAÍS DE LA UE QUE QUERAMOS

Como sabemos todas las personas que vivimos en Austria pero que no nacimos aquí, los ciudadanos europeos y, de nuevo, sus familias, independientemente de su nacionalidad, tenemos derecho a residir donde queramos dentro del territorio de la Unión.

Se distinguen dos casos: el primero, son las estancias de tiempo inferior a tres meses. Por ejemplo, un turista que decida ir a conocer las bellezas del valle del Loira o hacer un crucero por el Danubio. En este caso, los ciudadanos de la Unión no tendrán que solicitar ningún permiso de residencia. En algunas legislaciones, se exige notificar a la policía que uno se está alojando en un sitio (por ejemplo, en el hotel) pero es un trámite que deberá ser gratuito y que, de no hacerse, nunca debe acarrear la expulsión del país, sino una multa.

En los casos de estancias de más de tres meses, los trabajadores por cuenta propia o por cuenta ajena no tendrán que cumplir ninguna condición, pero las personas jubiladas, las personas en paro y los estudiantes deberán poder probar que tienen medios suficientes para mantenerse y que cuentan con un seguro médico. En el caso austriaco, el famoso Anmeldebescheinigung.

Todos los datos anteriores están sacados del portal www.openeuropeuv.es de la Universidad de Valencia.


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