Los verdes tienen un problema con Lena Schilling, su candidata. Un problema que afecta a muchas más personas que a ella misma.
19 de Mayo.- Hace unos días contaba yo los problemas que Lena Schilling, la candidata de Los Verdes al Parlamento Europeo, estaba teniendo con el karma. Según una investigación del periódico Der Standard, Schilling era de ese tipo de persona de las que uno aprende a alejarse en cuanto ve de qué pie cojean.
La explosión del escándalo Schilling colocó a Los Verdes en un aprieto (situación desagradable que aún continúa). Recordarán las lectoras y los lectores que la dirección de Los Verdes intentó salir al paso de las acusaciones vertidas por el periódico vienés en una rueda de prensa que, vista desde fuera, causó una enorme perplejidad y que, vista con frialdad, fue un error de proporciones épicas.
Uno se imagina la conversación inmediatamente anterior. Los tres políticos senior preguntándole a Lena Schilling si las acusaciones contra ella eran verdad, ella remoloneando, ellos, contemplando la escena con un escalofrío, dándose cuenta de que tenían un problema gordo, porque el Standard tenían razón y Lena Schilling era (es) una pájara de cuenta y, como es lógico, ellos no podían admitir en público que Los Verdes, al elegirla, habían metido la pata hasta el corvejón.
La única solución era una huida hacia delante. Taparse los ojos, taparse la nariz y hacer como que Lena Schilling era una santa.
Incluso escenificar una hidalga indignación (Kogler comparando los rumores con heces fecales y cosas así).
Días después, incluso el propio Presidente de Esta Pequeña República hizo de valedor de la muchacha. Sin negar las acusaciones que pesan sobre ella vino a decir que bueno, que igual en su vida privada era el bicho que le picó al tren, pero que en la política no va la cosa de eso.
Problema: a partir de ese momento, todo el mundo sabía perfectamente que, una vez levantada la liebre, el foco de la atención pública estaría sobre Lena Schilling y que la gente no le iba a pasar ni tanto así.
Pero además es que Lena Schilling tiene otro problema: ese problema es lo que podríamos llamar el “sistema Fellner”.
Los Fellner (porque son dos hermanos) son los dueños del grupo Österreich (ahora OE24).
Representan, en calidad informativa y en medios, el reverso tenebroso de la ORF. Para aquellas personas que me lean familiarizadas con los medios españoles, Fellner vendría a ser una cosa así como Jose Luis Moreno. La misma falta de escrúpulos, la misma disposición a vender su alma al diablo a cambio de un Euro, el mismo sobeteo grasiento con el poder, la misma política cortoplacista de tierra quemada.
Fellner, para ahorrar costes, ha creado un modelo barato de televisión basado en la gresca permanente. Todos los días hay un progama fijo que se llama Fellner Live! En donde se enfrentan dos tertulianos de ideologías contrapuestas.
Uno de ellos es Sebastian Bohrn Mena. Quizá recuerden las personas que me leen que los problemas de Lena Schilling empezaron con una demanda que Sebastian Bohrn Mena y su mujer Veronika, interpusieron para que Lena Schilling dejase de hablar de ellos, por ejemplo diciendo que Veronika Bohrn Mena había perdido un hijo a causa de una paliza que le había propinado su marido.
Azuzado por Fellner y por su propia necesidad de sobrevivir en el ecosistema sucio y moralmente turbio que rota a su alrededor, Sebastian Bohrn Mena se ha agarrado a Lena Schilling como a un clabo ardiendo, y no pasa día sin que suelte alguna “revelación” a propósito de su contencioso con la candidata Verde.
La estrategia está clara: hacer lo posible por provocar a Lena Schilling para que entre en ese juego de declaraciones, declaraciones, desmentidos y vídeos en las redes sociales que es la materia prima de la picadora de carne de la familia Fellner. De esta manera, se matan dos pájaros de un tiro. Por un lado, lo que el presidente del Gobierno español (y Umberto Eco antes que él) llamó “la máquina de fango” no se para y, por otro lado, se neutraliza a un rival de la extrema derecha.
Si uno ha leido bien los signos, a estas horas debe de estar bastante claro dentro de Los Verdes que es muy poco probable que Lena Schilling tenga más porvenir político que una cantante moldava después de participar en el festival de Eurovisión.
De manera que todo el mundo está intentando en la medida de sus fuerzas separar su futuro del de Lena Schilling y tratando de salvar los muebles. Por lo menos, los muebles.
Así, por ejemplo, Werner Kogler pidió perdón esta semana pasada por sus declaraciones de la rueda de prensa en la que defendió a Lena Schilling.
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