Úlceras de verano

Quien quisiera tuvo ayer la mejor ocasión posible para ganarse una buena úlcera de estómago.

 

LTeD 18.08.2024: La historia de amor más romántica del siglo XX

20 de Agosto.- Una de las oportunidades que tenemos todos los veranos de buscarnos una úlcera (o algo peor) es escuchar la participación de Herbert Kickl, líder de la extrema derecha austriaca, en las “Conversaciones de Verano” (Sommergespräche) de la tele pública austriaca, la ORF. Uno se imagina que, en la redacción de noticias de Esa Santa Casa, anualmente se sortean entre los presentadores de informativos las “conversaciones” con el famoso método de la pajita más corta (con perdón). El desgraciado (o la desgraciada) a quien le toca en suerte la tarea, debe de pasarse el verano temiendo el momento de enfrentarse con un hombre, Herbert Kickl, que se ha ganado a brazo partido el título de ser una de las personas más desagradables que pueblan el planeta. Naturalmente, con el permiso de Donald Trump y de Elon Musk.

Hay que decir que, por razones que resultarán obvias en el transcurso de este artículo, Kickl no se prodiga mucho por la ORF. Entre otras cosas porque no lo necesita. Tacita a tacita, el FPÖ ha construido alrededor de su líder un grupo de sitios que se dedican a esparcir sin mayores obstáculos la chatarra ideológica que constituye la materia prima de la propaganda de la ultraderecha. Una materia sucia y espesa, con la misma consistencia de la borra del ombligo de la cual, por supuesto, la veracidad no es la propiedad más importante.

Una característica fundamental de la propaganda ultra es que está dicha desde las tripas y poniendo como testigos a los cojones del interesado, de manera que cualquier objeción sobre.

Por ejemplo: ayer, Kickl, con todos sus santos ídem aseguró sin que le temblara una pestaña que el asalto al edificio de la compañía de seguros Uniqa por parte de un grupo de antivacunas fue inventado por los medios. De nada sirvió que el presentador le recordara que existen evidencias (vamos, vídeos) de ese asalto. Y por supuesto de nada sirvió que le recordaran que él estaba en la cabecera de esa manifestación.

Herbert Kickl está acostumbrado a que nadie ose poner en duda sus barrabasadas. Y, si alguien osa ponerlas en duda (Martin Thür ayer, un par de veces) Herbert Kickl argumenta lo que sus fans están esperando que argumente: o sea, que él es una víctima del “sistema” y de sus “partidos” (cosa que dice, de nuevo, con sus santos cojones morenos, una persona que jamás ha tenido un trabajo “normal” y que lleva viviendo de las subvenciones públicas desde que el mundo es mundo).

Hablando de “paguitas”. Uno de los caballos de batalla de la extrema derecha es la supuesta querencia que tenemos los extranjeros por los subsidios del Estado austriaco. Una de las “propuestas” del FPÖ es la de que solo puedan cobrar subsidios, el llamado “mindestsicherung” los súbditos del estado austriaco. O sea, que sin nacionalidad no haya acceso a los derechos sociales. Es una propuesta que es claramente un brindis al sol. La teoría es que es para evitar que los extranjeros procedentes de países terceros se peguen la vida padre a costa del erario. La realidad es que la mayoría de los perceptores del “mindestsicherung” (o más propiamente, de la “mindestsicherung”) son austriacos y que, según los tratados de la Unión, de la cual Austria aún es miembro, los ciudadanos comunitarios tienen exactamente los mismos derechos que los ciudadanos austriacos.

Esta medida se contradice bastante con otra de las que Herbert Kickl quisiera implantar en el caso (Dios lo evite) de que sea canciller. Un 63% de las empresas austriacas padecen falta de mano de obra cualificada. Austria necesita urgentemente mano de obra extranjera, si es que quiere mantener el nivel de vida del que disfrutamos sus habitantes. La falta de mano de obra es un problema crónico en la Unión, debido sobre todo a la baja natalidad y al envejecimiento de la población. Kickl no quiere buscar mano de obra en países terceros ( cosa lógica dadas sus ideas sobre la “comunidad racial” y cosas así) sino dentro de la Unión. Uno de los incentivos que Austria podría tener para captar talento es el de un sistema social fuerte para el caso de que, por lo que fuera, la vida se le diera mal a las personas que vinieran a trabajar a Austria.

En fin, como dijo el castizo “¡Y habrá quien le vote!”.


Publicado

en

por

Etiquetas:

Comentarios

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.