El todo Madrid anda conmocionado por el descubrimiento de que Errejón podría ser un acosador. En Austria tuvimos ya un caso parecido.
25 de Octubre.- Ayer, corrió por todo el espacio que encierra la M-30 madrileña la noticia de que el político de Sumar Iñigo Errejón, dimitía de sus cargos y abandonaba la política. La noticia se daba a conocer a través de un comunicado del propio interesado, en el que, con un estilo críptico y culterano, anunciaba que se marchaba porque “había llegado al límite de la contradicción entre la persona y el personaje”.
Después se supo la traducción: lo que pasaba era que el personaje (o sea, la fachada) era la de un caballero que defendía la igualdad (lo que las que están más en la pomada llaman “un aliado”) y la persona, presuntamente, era un tipo que acosaba sexualmente a diferentes mujeres.
La cosa tenía aún más morbo porque el personaje, o sea, la fachada, ha sido siempre la de un tipo anclado en una adolescencia eterna, una persona con pinta de no ser capaz ni de matar un díptero. En el programa de Buenafuente eran recurrentes las bromas a propósito de la infancia eterna de Errejón (coñas en las que él participaba, aparentemente con mucho gusto).
Dicha fachada contrastaba con la (presunta) realidad de un caballero que encarnaba, presuntamente, los defectos que criticaba.
UNA VIDA PERSONAL FUERA DE CONTROL
Tras saberse la noticia, como suele suceder en estos casos, los que estaban de vuelta decían que “!Menuda sorpresa! Si esto lo sabía todo el mundo”, un poco como cuando el todo Madrid sabía que al rey padre le gustaban las rubias más que comer con los dedos. Por supuesto, surgía la pregunta de que, si todo el mundo lo sabía, cómo era que nadie había dicho nada.
A medianoche, una de las afectadas, la actriz y presentadora Elisa Mouliáa, presentaba una denuncia en la que relataba cumplidamente, todos los tocamientos a que (presuntamente) había sido sometida por parte de Errejón y dejaba para la posteridad perturbadoras imágenes que, por ser esta una página para todos los públicos, no vamos a reproducir.
Los jefes de Errejón, por lo visto, le habían recomendado que “controlase su vida privada”
En Austria, desafortunadamente, también hemos tenido un caso parecido. Recordarán quienes me lean el de Peter Pilz. La historia es parecida como un huevo a otro huevo.
Fue en 2017 y así lo contamos aquí.
CULITO QUE VEO, CULITO QUE DESEO
Después de marcharse de los Verdes austriacos, Peter Pilz fundó una págian medio sensacionalista (ZackZack) y su propio partido político, la lista Pilz, con el que concurrió a las elecciones. Tras los comicios, fue agraciado con un escaño y fue entonces cuando el semanario Falter sacó a la luz lo que, por lo visto, “sabía todo el mundo”. O sea, que Peter Pilz era de esos hombres que culito que veía culito que deseaba.
Como en el caso de Errejón, Pilz ya había recibido las oportunas advertencias. Primero, desde su propio partido y después por parte de la Arbeiterkammer, que tomó cartas en el asunto. Pilz argumentó que todo se trataba de una maniobra para neutralizarle en la política, justo ahora que empezaba a despegar su carrera en solitario.
Pronto, llegaron a los medios detalles jugosos y Peter Pilz se desprendió de su acta parlamentaria para “limpiar su honor” (tan viejo el asunto como el mundo).
La cuestión se investigó, pero la policía desestimó la denuncia de la mujer afectada porque el delito “había prescrito”.
El asunto se fue olvidando poco a poco y hoy Peter Pilz ha seguido con su vida normal límpio de polvo y paja (con perdón).
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