A partir del 1 de enero de 2025 entrará en vigor en Austria un nuevo sistema para reducir el plástico que se tira a la basura.
22 de Diciembre.- Estamos quemando las últimas jornadas del año 2024. Como suele suceder cada cambio de año, el 2025 nos va a traer novedades. Si este año fue el nuevo sistema de financiación de la ORF, con 2025 va a llegar un sistema de incentivos para los envases de un solo uso. Lo que, cuando yo era chico, se llamaba “devolver los cascos”.
¿Cómo va a funcionar? Pues muy fácil. Por ejemplo: todos los días yo me compro, a la hora de comer, una botella de refresco de cola (sin azúcar) de medio litro.
Hoy, y hasta el 31 de diciembre próximo, me la bebo mientras como y gasto bromas con mis compañeros de trabajo (glubglubglub) y cuando termino, la tiro a una papelera y se acabó. O sea, no. No se acabó. Esa botella de plástico de un solo uso va a un sitio en donde, con buena suerte, es reciclada. Porque sobra decir que yo soy muy responsable y tiro siempre la botella en donde debo.
No es el caso de la inmensa mayoría de las hermanas de mi botella diaria, las cuales terminan siendo tiradas por ahí y, por lo tanto, terminan contaminando lo suyo. Por no hablar de la inmensa pérdida de materias primas que esto representa y la emisión de gases de efecto invernadero que terminan provocando inundaciones en Valencia y en Baja Austria que todo esto conlleva.
La Unión Europea aspira a que para 2027 el 90% de los envases de un solo uso (en el caso de Austria botellas de plástico de hasta 3 litros de capacidad) se recojan y entren en la economía circular.
Si Austria no consigue este objetivo, pueden caerle sanciones.
Desde hace ya algún tiempo todas las partes implicadas como fabricantes de bebidas, el mismo Gobierno y los técnicos, han estado estrujándose las neuronas para ver cómo lograr este objetivo.
Tras meditar y examinar la situación con cuidado se llegó a la conclusión de que solo un sistema de recogida bonificado (25 céntimos por envase) daría algún resultado.
Así pues, los puntos de venta se pusieron manos a la obra e invirtieron en un sistema de recogida que empezará a funcionar a partir del primero de enero próximo.
A partir de esa fecha, yo compraré mi botella diaria, me la beberé (glubglubglub) y, cuando vaya al día siguiente a comprar a mi supermercado de confianza, la echaré en una máquina que leerá el código de barras que llevará impreso la botella y me premiará con veintincinco céntimos por mi buena acción.
Como nos conocemos, ya estoy viendo yo cómo a mis lectores se les están poniendo los ojos como al tío Gilito, y estarán pensando en recoger todas las botellas posibles que encuentren para, de aquí a una semana, sacarse un sobresueldo. Este esfuerzo será inútil, porque el sistema de recogida solo funcionará con las botellas que lleven impreso el logo y el código de barras correspondiente.
Aquellas empresas que operen en Austria estarán obligadas, tras un periodo de transición que terminará en marzo de 2025 a registrarse en el sistema.
¿Qué pasará con las botellas recogidas? Básicamente serán prensadas, clasificadas por colores (transparente, negro y verde), lavadas, molidas y convertidas en plástico granulado que será transformado otra vez en botellas.
¿Qué productos / envases están excluidos del sistema? Pues los siropes, alimentos líquidos (batidos y así) y lácteos.
Y aquí una cosa muy importante ¿Van a ser las bebidas más caras con este sistema? Pues parece ser que no. La experiencia demuestra que un sistema de devolución de envases bonificado como este no tiene ninguna influencia en el precio, a la larga. Parece ser, de hecho, que se sostiene solo.
Lo que sí que es probable que suceda es un efecto que todos los que hemos estado en un mercadillo de navidad estos días conocemos. Lo mismo que, en los mercadillos, hay gente que se dedica a preguntarte si le das tu taza para cobrar la fianza, habrá gente pobre que te verá con una botella de coca-cola o de agua mineral por la calle y te preguntará si le das la botella para ganarse los veinticinco céntimos.
En cualquier caso, una cosa está clara: lo de tirar las botellas así despreocupadamente y, con ello, despilfarrando y dañando al medio ambiente será historia a partir del primero de enero de 2025.
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