Hermann, hijo de Ekkerhard

Ilustración austriaca de 1819 de contenido antisemita sobre la teoría conspiranoica de la puñalada por la espalda (Wikipedia)

La incapacidad de digerir una derrota es la madre de una teoría conspiranoica que ha tenido múltiples vidas.

13 de Febrero.- Después de la primera guerra mundial se hizo muy popular una teoría de la conspiración que, a la postre, terminó por llevar a Hitler al poder. Se trata de la teoría de la “puñalada por la espalda” (Dolchstosslegende). Nació de la incapacidad del ejército alemán de digerir la derrota y decía más o menos que las potencias centrales no habían perdido la guerra por ineptitud militar ni arrolladas por el inmenso y fresco potencial demográfico y económico de los Estados Unidos, sino porque los judíos y las organizaciones de izquierda habían saboteado en la retaguardia los esfuerzos bélicos de Austria-Hungría y del Imperio alemán.

Cuando acabó la guerra del catorce, Ekkerhard Tersch, un muchachito de Trieste -entonces aún Austria-Hungría- dejó de ser austriaco y se convirtió en italiano, es de suponer que muy a su pesar y al de su familia, católicos austriacos de pro. Rumiando la derrota y la dura posguerra, los Tersch se trasladaron a Viena, en donde Ekkerhard, tras numerosas vicisitudes que salen fuera de los objetivos de este artículo, terminó afiliándose a las SA (los “camisas pardas” nazis). En 1943 encontramos a nuestro muchachito triestino en Madrid, en donde trabaja para un oscuro personaje, Hans Lazar, muñidor de la postura germanófila de la práctica totalidad de la prensa española del momento. Por ejemplo, a través de jugosísimos sobornos a los columnistas más leídos del momento, como César González Ruano, un individuo sin escrúpulos como demostraron los autores del libro “El marqués y la esvástica”. De nuevo, nos desviamos.

Terminada la guerra, Ekkerhard Tersch, nazi convencido, se refugia en el Madrid de Franco (no fue el único con sus antecedentes que lo hizo). Andando el tiempo, se casa con una mujer muy conservadora y muy católica, y tiene tres hijos. Uno de ellos, Hermann, bilingüe por parte de padre y primo de Loyola de Palacio por parte de madre, siguiendo la tradición familiar se convierte en periodista. Como es uno de los pocos españoles de su clase social que habla alemán perfectamente y que, además, tiene contactos entre las élites que no han aprendido a dejar de ser franquistas, Hermann Tersch se coloca en la agencia EFE y luego entra en el diario El País (1985), empresa en la que asciende progresivamente hasta llegar a ser subdirector.

En 2007, Hermann Tersch abandonó El País “por discrepancias con la dirección” e inició una deriva ultra que le ha llevado a militar en la formación de extrema derecha Vox, por la que es parlamentario en Bruselas. Por supuesto, Hermann Tersch participó en la cumbre ultra de Madrid del fin de semana pasado y, al enterarse del comportamiento ingrato que ha tenido el país del que proviene el cincuenta por ciento de su material genético con el líder ultra Herbert Kickl, ha sentido la necesidad de animar a Herbert mediante un Twit genuflexo en el que está implícito el mismo argumento que llevó a Hitler al poder, el de la “puñalada por la espalda”.

Según Hermann, hijo de Ekkerhard, Kickl no ha fracasado por cafre, por no tener ni un gramo de inteligencia emocional, ni siquiera por ser un tipo mediocre, sino porque, desde Alemania, los conservadores de Berlín le han prohibido a sus correligionarios austriacos que pacten con la extrema derecha de Kickl, con vistas a mejorar sus resultados en las elecciones alemanas.

El círculo de la historia se cierra.


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