ESPECIAL: El presidente, el arancel (y otras cosas de meter)

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¿Qué es un arancel? ¿Por qué es una mala idea? ¿Cómo va a afectar a Austria la nueva situación? ¿Qué va pasar a partir de ahora?

Lucha contra la desinformación: está en tu mano

3 de Abril.- Ayer por la noche (hora europea) se vivió en la rosaleda de la Casa Blanca una escena que hubiera sido imposible tan solo hace unos meses.

El Presidente de los Estados Unidos de América explicó, ante un grupo de personas con cara de circunstancias, que iba a subir los aranceles a todas las importaciones de los Estados Unidos. Y no en cualquier porcentaje: una “tarifa plana” del diez y luego, según unos criterios que un castizo podría resumir como “lo que a mí me salga de…”, porcentajes más altos a diferentes actores del comercio internacional hasta llegar, en el caso de China, al 52%.

Se trata de la mayor subida de aranceles desde hace un siglo. En concreto, desde 1930, cuando el Gobierno de los Estados Unidos, para intentar paliar las consecuencias de la Gran Depresión, se inclinó por el proteccionismo con unas consecuencias que no tardaron en demostrarse desastrosas (más adelante nos ocuparemos de esto). Desde entonces, y quizá con el paréntesis de la guerra mundial, la economía global ha ido hacia la liberalización, aumentando de manera indiscutible la prosperidad del planeta.

Lo que sucedió ayer es un terremoto de tales proporciones, que es muy difícil saber todavía qué consecuencias exactas va a tener para nuestros bolsillos. Sí que se puede saber de antemano que van a ser malas en general. Y más aún: no es muy difícil darse cuenta de que Donald Trump se ha dado un tiro en el pie que es muy probable que deteriore en un futuro muy cerano el estado de la economía de los Estados Unidos, hasta el punto de que los principales economistas ya cuentan con que entrará dentro de muy poco en recesión.

¿Y si todo esto es tan malo, por qué ha hecho Trump esta gilipollez? Se preguntarán mis lectores. Este artículo es un intento de contestar a esta y a otras preguntas.

Vamos a empezar, sin embargo, at the very beginning, and a very good place to start is…

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¿Qué es un arancel?

Un arancel es un impuesto que el país receptor de un bien o un servicio producido en el extranjero impone a ese bien o servicio. Se paga en la aduana sobre el valor declarado en la factura del proveedor.

Por ejemplo: imaginemos a un fabricante europeo, Volkswagen, que quiere vender un coche en los USA. Llega a la aduana con su coche y la factura correspondiente.

POLICÍA DE ADUANAS -Good morning.

CARIACONTECIDO FABRICANTE DE COCHES -Good morning.

POLICÍA DE ADUANAS -¿Qué trae usted ahí?

CARIACONTECIDO FABRICANTE DE COCHES -Un coche.

POLICÍA DE ADUANAS – ¿Y cuánto vale ese coche?

CARIACONTECIDO FABRICANTE DE COCHES -100 Euros.

POLICÍA DE ADUANAS – (mirando en un librote gordo) a ver, a ver…Pues para los coches el arancel es del 25%.

CARIACONTECIDO FABRICANTE DE COCHES: ¡Ay madre!

POLICÍA DE ADUANAS: Son 25 Euros. Ahora le paso la dolorosa.

Así pues, el precio del coche ya no es de 100 Euros más el margen del revendedor en Estados unidos, sino de 125 Euros mas el margen del revendedor en Estados Unidos. Adivine el lector quién va a pagar esos veinticinco euros al final.

Equilicuá: el consumidor.

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¿Por qué se impone un arancel?

En términos generales, un arancel se impone para ponerles trabas a las importaciones. El propósito oficial es que los fabricantes nacionales (en nuestro caso los fabricantes de coches de los Estados Unidos) puedan vender más. Es lógico: se ahorran los veinticinco pavos de la aduana.

El político que impone los aranceles, además, se cuelga otra medalla. Si los fabricantes nacionales venden más, necesitan a más gente currando en sus fábricas y se crean más puestos de trabajo. En la teoría, todo maravilloso. Pero solo en la teoría como vamos a ver pronto.

En nuestro caso, el Gobierno de los Estados Unidos tuvo en 2024 un déficit récord. Más en concreto, el tercero más alto de su historia. Una barbaridad para tiempos de paz. Las finanzas de Estados Unidos necesitan dinero. Y lo necesitan con mucha urgencia.

En el pasado, cuando un Estado necesitaba dinero, caía con frecuencia en la tentación de fabricarlo. O sea, imprimir billetes a cascoporro. Eso hicieron los reyes Habsburgo españoles con la plata de América, por ejemplo. Por supuesto, salió mal. Si hay más cantidad de dinero en circulación los precios suben y, por su abundancia, el dinero pierde valor. Al final, la gente es más pobre.

Así pues, los asesores de Trump, con el propio Trump al frente, han caído en una idea que se le hubiera podido ocurrir al economista más listo del siglo diecinueve. Sin embargo, desde el siglo XIX han pasado muchas cosas y hemos aprendido mucho, así que…

¿Por qué imponer aranceles es una mala idea?

La imposición de aranceles solo les parece bien a aquellas empresas a las que el impuesto protege (como es lógico). El resto, pueden echarse a temblar. Vamos a ver algunos efectos negativos del proteccionismo.

Una economía tiene una capacidad determinada de producir un bien o servicio. Y es muy difícil hacerla crecer. Se entiende mejor en el caso de los coches. La industria automovilística estadounidense, aún produciendo a toda pastilla, puede producir un cierto número de unidades que cubren, por ejemplo, solo la mitad de los coches que los americanos quieren (y pueden) comprar en un año a precio razonable. Por eso Estados Unidos tiene que comprar fuera lo que no produce dentro.

Donald Trump piensa que esto es así porque los fabricantes de coches son unos vagos y unos antipatriotas (es lo mismo que pensaba el papanatas de Franco cuando le impuso la autarquía a los pobres celtíberos en los cuarenta del siglo pasado).

La teoría de Trump y sus secuaces sus asesores es que el arancel hará que los fabricantes americanos de coches se pongan las pilas y, al encontrar un estímulo, la salida del mercado de los coches extranjeros, se pondrán a producir. La experiencia ha demostrado que eso no es así. Lo que siempre termina sucediendo es que, al haber menos bienes en el mercado, en este caso coches, y al haber mucha demanda insatisfecha, los precios aumentan.

Lo que vale para los coches vale para ABSOLUTAMENTE TODO lo demás.

O sea, que los americanos van a terminar pagando por todas las cosas mucho más dinero.

Otro efecto adverso de los aranceles es que, al bajar la competencia, los fabricantes locales no encuentran sentido en esforzarse para producir bienes de mejor calidad. Como, además, los costes de producción aumentan, las empresas tienen menos margen para invertir en tecnologías mejores y más innovadoras.

Esto viene a significar que los americanos terminarán comprando coches peor hechos y, por si eso fuera poco, más caros.

Todo esto conducirá a un deterioro masivo de los beneficios de las empresas estadounidenses que repercutirá sobre todo en los mercados financieros. De aquí a poco (antes de final de 2025) es previsible que todas las variables de la economía de Estados Unidos se deterioren. Los ciudadanos estadounidenses son los que más van a sufrir la vesania de su presidente, porque por ejemplo todos los sistemas de pensiones son privados y dependen de la bolsa. Si la bolsa cruje, va a haber mucha gente que se quede sin pensión, por ejemplo.

¿Cómo va a afectarle a Austria la nueva situación?

En esto hay que distinguir dos aspectos: en primer lugar, en las relaciones que Austria tiene como país separado con los Estados Unidos.

El principal mercado de las exportaciones austriacas es Alemania. A muchísima distancia (si no me falla la memoria, un 8% del total) los Estados Unidos son el segundo país importador de bienes austriacos. Se calcula que, en términos bilaterales, los nuevos aranceles supondrán que, a finales de 2025 la economía austriaca decrezca entre un 0,2 y un 0,3% (habrá que ver). Eso puede parecer poco, pero en un escenario como el actual, de vacas (muy) flacas, el arancelazo de Trump no va a contribuir a que las finanzas austriacas vayan mejor.

Indirectamente, tampoco es una buena noticia. Al ser la economía austriaca muy dependiente de la alemana, y al estar la economía alemana como está en estos momentos (boqueante) es previsible que los aranceles solo consigan agravar la crisis.

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¿Qué va a pasar a partir de ahora?

La respuesta de la Unión Europea ha intentado, hasta el momento, no echar gasolina al fuego. La consigna parece ser esperar y ver. Ursula von der Layen ya ha advertido a Donald Trump de que la Unión dispone de todo un arsenal de medidas para responder a los aranceles, pero que a lo mejor sería buena idea que Trump le diera una vuelta a la cuestión antes de apretar el botón nuclear.

Un botón nuclear que podría incluir, en un caso extremo, el excluir a los bancos norteamericanos de sus lucrativos negocios en Europa, prohibiéndoles por ejemplo operar en concursos públicos.

Por lo pronto, es probable que los 27 apliquen una estrategia conducente a tratar de parar el golpe de momento, a base de inyectar fondos en los sectores industriales más afectados, tal como se hizo durante la pandemia. El objetivo será, sobre todo, conservar la mayor cantidad posible de puestos de trabajo en Europa.

Políticamente, esto no va a salir gratis, claro. Los Gobiernos van a tener que tirar de la chequera, y detraer fondos de otras partes. Sostendrán las empresas pero, a cambio, es previsible que se deterioren las prestaciones del sector público, como la sanidad y la educación.

Con todo, sin embargo, los europeos vamos a pasarlo relativamente mejor que los estadounidenses. Esta medida es probable que acelere la decadencia de la que, en otro tiempo, fue una potencia mundial.


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