31 de Diciembre.- Jesusito de mi vida: un año más, llegados a este punto, escribo este post que, de todas maneras no va a leer nadie. Todo el mundo anda por ahí comprando petardos o salmón o jamón de recebo o calzoncillos/bragas rojos/as.
Te escribo, primero, para agradecerte el año que hoy termina. Con la que está cayendo, la verdad es que no puedo quejarme. La salud bien, el amor se ha portado inmejorablemente (que siga así) y de dinero, pues bueno, lo normal. Ya tengo asumido que rico no voy a ser nunca, así que no te esfuerces en intentar ilusionarme.
Tú, que encargas a los intrépidos decir que todo lo puedes, no has podido sin embargo conservarme ni siquiera un año más a mi Pauli y a mi Sofía, que se me han ido durante este 2013. Se te perdona, porque todos sabemos que esto de tu omnipotencia es un pisto que te tiras o, peor, una trola que el papa Paquirri tiene que mantener para que no se le hunda el chiringuito. Convendrás conmigo en que es muy sospechoso que todos los milagros que se te atribuyen tengan más de dosmil años de antigüedad, cuando ni había cámaras que grabaran ni había internet ni, por haber, casi ni libros. En esas condiciones, y no me cojas equivocadamente, yo también podría caminar sobre las aguas y, si se terciara, hasta separar el Mar Rojo. O poner el déficit público en donde quiera Cruella de Merkel, o bajar el paro, o hacer que Belén Esteban se supiera mi soneto favorito de Shakespeare (comparado con esto último, lo del Mar Rojo sería una filfa).
En este caso, sin embargo, haz un poder y, si el corazón malo de este pecador te sirve de prenda, aunque sea mínima, trata de conseguirles a mis dos gatos un cielo lleno de tapas de yogures que lamer y de sitios calientes y secos, a ser posible que den a terrazas soleadas y verdeantes, para que puedan tumbarse y descansar por toda la eternidad en el paraiso de los felinos. Han sido compañeros fieles, seres inocentes de todo sin sombra ni del pecado original ni de sus fotocopias, y se merecen que hagas por ellos todo lo que puedas.
Te pido por favor también, para este año, que no hagas un ERE de ángeles de la guarda (sé que los expedientes de regulación de empleo son tendencia pero resiste, hombre) y vela por mis seres queridos. Que podamos llegar al treinta y uno de diciembre de 2014 más o menos intactos (bueno, Ainara perderá un par de dientes todavía, pero esas son pérdidas sanas y remuneradas, no cuentan en el capítulo de catástrofes). Vela también, en la medida de tus posibilidades, que ya sabemos que son irregulares y limitadas, por los lectores de Viena Directo e inspira al autor para que se le ocurran buenas ideas para posts y chistes buenos y metáforas esclarecedoras, que de esas cosas nunca andamos bastante sobrados. Hablando del autor de Viena Directo, ponle delante de la cámara gente guapa que fotografiar, que ya sabes que es lo que más le gusta hacer. No por vicio (bueno, el justo) sino por culto a la belleza, que nunca sobra tampoco.
Cuida de mis amigos. Los antiguos y los que están por venir en el año 2014. Que los barbas de Egipto me respeten a mi primo N. y a su B., que allá en Lima, mi primo X. siga disfrutando de la felicidad de la que parece que disfruta (haz, Jesusito, que sea posible que nos veamos en persona durante el año que comienza, me muero por darle un abrazo muy fuerte). Que mis amigas Y. y M.M. se adapten bien a sus nuevas vidas en Suiza (el país es un coñazo y el acento alemán que tienen los suizos un pitorreo, pero esto no quita que la adaptación tenga su dificultad). Aunque no los conozco en persona, cuida de A., la de Canadá (haz que los alumnos le aprendan y le estudien mucho) y también de R., allá en Costa Rica, que tanta alegría me da cuando postea en FB fotos de sus vacaciones tropicales o de Hermosillo (Sonora, México), ese sitio que no hubiera conocido de otra forma y al que he aprendido a querer a través del objetivo de su móvil. En fin, no sigo con la lista, porque aparte de omnipotente, parece que tienes el poder de verlo todo, así que no te harán falta más explicaciones.
En fin, Jesusito, que ya termino este que será el último post de 2013 y lo hago con un último deseo: haz que esta noche pase rápido y que llegue pronto el conciert(az)o de Año Nuevo. Quizá porque siempre ponían en la tele El Coloso en Llamas o La Aventura del Poseidón, al llegar el día de hoy siempre me sobrecoge la congoja y el corazón se me encoge y el miedo no ceja (de acosarme).
Muchos besos,
Paquito Bernal, que es niño, como tú
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