La ultraderecha austriaca ha conseguido de manera magistral lo que parecía imposible: convertir un problema absolutamente inexistente en objeto de debate nacional.
4 de Julio.- Una de las astucias que tiene que tener cualquier persona que quiera tener alguna relevancia pública en estos principios del siglo XXI, vísperas del Gran Cambio, es la de conseguir llevar a su molino lo que podríamos llamar “el agua de la conversación global”.
En ese sentido, la ultraderecha austriaca es admirable (quizá, es en el único sentido en el que la ultraderecha austriaca pueda ser admirable).
El FPÖ no solo tiene una capacidad diabólica de capitalizar y utilizar en su propio beneficio debates impulsados por otros por muy chorras que estos sean –véase la tontada de Gabalier y del himno- sino que también es capaz de crear de la nada conversaciones absolutamente artificiales, inflarlas hasta convertirlas en problemas y marcar así la agenda política del país.
¿Se debería prohibir el burka?
Así ha sucedido por ejemplo con la propuesta que Strache ha lanzado de seguir el modelo francés y prohibir en Austria la utilización del burka (se ve que la sobrina de Marine Le Pen, Strache y los demás ultraderechistas que se reunieron en Viena el mes pasado, estuvieron hablando de este tema candente)
Para lanzar este polémico tema, el FPÖ ha seguido la táctica acostumbrada.
En primer lugar, ha sido el propio Strache el que ha mostrado la posición del partido. En un debate parlamentario, en unas declaraciones informales, en una rueda de prensa o en cualquier otro lugar en donde haya habido un micrófono.
En segundo lugar, cuando en el FPÖ han estado seguros de que se ha alcanzado un nivel de eco mediático óptimo (por ejemplo cuando han conseguido que el asunto sea portada en alguno de los periódicos gratuitos vieneses, como el Heute o el Österreich –gran periódico-) han confeccionado un anuncio y lo han colocado en su página web y en Facebook, en donde el FPÖ es singularmente activo.
El anuncio muestra a una muchacha rubia, una walkiria de límpidos ojos azules, de nuevo “de purra rasa arria” y un slogan: “Demasiado bonita para llevar velos” y una apostilla: “contra la islamización de Europa”.
En este caso concreto, en el FPÖ han rizado el rizo (qué expresión más Nieves Herrero) han rizado el rizo, decía, de la polémica. Porque la imagen de la rubia está tomada de un banco que prohibe la utilización de sus fondos en campañas políticas y el slogan está tomado de una campaña del ala más a la derecha del ya de por sí ultraderechista FPÖ, los llamados indentitarios, de los que nos ocupábamos en este post y en este otro post.
Con lo cual a la conversación “primaria” (en todos los sentidos del término) y principal, los ultras le han dado un combustible adicional, asegurándose de que esta trama secundaria (¿Es plagio o no es plagio? ¿Tenían permiso para usar la imagen o no?) haga que la noticia permanezca un poquitín más en los medios.
El resto, lo han hecho los adversarios políticos del FPÖ cuando han empezado a discutir sobre el tema.
Prueba superada: el FPÖ ha conseguido llevar el tema del burka si no al centro de la atención pública si a un lugar prominente, absolutamente injustificado dadas las proporciones reales del asunto.
Y es que, en diez años que llevo viviendo aquí, creo que no he visto nunca a una mujer con Burka.
Para futuras campañas, creo que el FPÖ podría sugerir la prohibición de que los elefantes (asiáticos, eso sí) circulen por las autopistas, la prohibición de que las centrales nucleares (prohibidas en Austria) sean construidas cerca de las escuelas, etcétera.
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