
El artículo de hoy ha sido muy difícil de escribir. Espero que mis lectores aprecien el esfuerzo en su justo valor.
6 de Septiembre.- Antes de empezar, tengo que hacer una confesión a mis lectores, que son unos cuantos y que, además, pro suerte, son fieles. Por lo cual saben que una de mis preocupaciones principales es la de ser, en lo posible, justo. Mantenerme en un medio que es muy difícil de lograr. Por ese motivo, le he dado más vueltas al artículo de hoy que a otros.
Aunque sé que estas cosas al lector le chupan un pie, diré que, en mi afán por ejercer de manera responsable mi derecho a la opinión, he hablado por teléfono con tres personas a las que respeto mucho y les he preguntado tres cosas
a) Si creían prudente que escribiese este artículo
b) Si lo veían pertinente, puesto que, al fin y al cabo, desde Austria, la independencia o no de Cataluña no deja de ser una cuestión de política internacional y, además, he añadido una tercera pregunta sobre en qué tono pensaban ellos que debería escribir un texto sobre tema tan delicado y sobre el que es tan fácil desbarrar. Después de mucho meditar mientras seguía revelando fotos del festival Buskers -¡Qué felicidad! De tanto estar al sol, hasta me he quemado la cara y la frente- bueno, pues despues de mucho meditar he decidido hacer lo que siempre hago, trátese de política austriaca o trátese de política española: dar mi honrada opinión. En un artículo que, ya lo advierto, será extenso.
La batalla de la comunicación
Pongámonos en antecedentes. Hoy, ha aparecido en el Kurier, uno de los periódicos más leidos de Austria pero no de los de más calidad, un artículo sobre el movimiento secesionista catalán firmado por una señora que se llama Leila Al Serori (léase pinchando aquí). Según el perfil que acompaña al artículo, Al Serori es Magistra y ha vivido en España.
Bien: existe también una organización, llamada algo pomposamente (pero muy intencionadamente) Asamblea Nacional Catalana, indirectamente pagada por los impuestos de todos los españoles, que está articulando el llamado “proceso” (si uno se fija “proceso” es la palabra ideal: proceso es una palabra neutra pero que, al mismo tiempo, implica también cambio y movimiento: un proceso es la putrefacción de un alimento, pero un proceso también es una reacción química cualquiera, como la que hace que el pan suba).
Esta organización no solo trabaja para convencer a los residentes de Cataluña de que la independencia tendrá efectos muy positivos en su vida, sino que también utiliza el dinero que, indirectamente, recibe de los impuestos de todos los españoles, para crear una red internacional al objeto de presionar (qué fea palabra, convencer sería mejor) a los gobiernos de los países europeos de que la secesión de Cataluña a) es un hecho inevitable que se producirá más tarde o más temprano de todas formas y b) a veces subliminalmente y a veces no tanto, que una potencia extranjera llamada España, en algún momento, ocupó un país que se llama Cataluña, el cual desde entonces ha vivido sojuzgado pero que, lo que son las cosas, justo ahora está despertando de su sueño, está cogiendo carrerilla y se va a convertir en “un nuevo estado de Europa”.
Naturalmente, el hecho de que Cataluña, como nación independiente, no haya existido nunca, se le echen todos los kilos de tippex a los libros de historia que se quiera, es tan solo un pequeño inconveniente para esta argumentación.
Para subsanar este pequeño problema con la Historia, la ANC tiene a una serie de señores que cobran por publicar textos en apariencia sesudos en diferentes medios extranjeros (a veces, malgre soi) y dar conferencias en las que (a veces subliminalmente y a veces no) se sugiere que Cataluña tuvo relación, en algún momento de la Historia, de igual a igual con esos países o sus antecesores. Por ejemplo, con Austria.
Si una princesa barcelonesa en la edad media,un poner, se casó con algún oscuro noble centroeuropeo, pues se monta rápidamente “le chiringuit” y se habla de las relaciones entre Austria y Cataluña. Orwell ya decía que una de las obsesiones del nacionalismo es controlar la Historia. Se está demostrando.
Haciendo la V
Sigo: hace dos semanas, la ANC convocó, como en todas las ciudades del mundo, a los catalanes residentes para que, en algú lugar prominente, formasen la V de la Victoria futura o de Votar, por el referendum de autodeterminación. Como dato, diré que la ANC, sección Austria, tiene en estos momentos unos doscientos cincuenta seguidores en Facebook. Este humilde blog que mis lectores tienen la paciencia de leer, un par de cientos más (aprovecho para indicar a mis lectores que, si no lo han hecho aún, pueden hacerse fanes y fanas, dándole a este link y luego clicando en Me Gusta. Aquí nos dará igual la lengua materna y el RH que, como dice una tía mía, lleven “en los genitales”. Gracias por anticipado).
Aún suponiendo que todos los fans de la ANC en Austria viviesen en Viena, estas doscientas cincuenta personas representarían aproximadamente un 0.013 por ciento de los habitantes de esta ciudad. Esto, por supuesto, no debe entenderse como un juicio a las reivindicaciones de la ANC. Como dicen en Cádiz, no es criticar, es referir.
En Viena, la convocatoria se concretó bajo la noria del Prater, lugar muy a propósito para reunir grandes multitudes. Bien porque los austriacos no están suficientemente concienciados o bien porque el chaparrón que cayó ese día sobre Viena apagó el ardor patriótico de algunos asistentes potenciales, a la convocatoria de la V se presentaron unas cincuenta personas. De nuevo, no es critcar. La ANC de cara, sin duda, a la futura emisión de los correspondientes carnés de patriota, tuvo la gentileza de publicar fotos del asunto. Fotos que, por cierto, reproduce el Kurier.
La señora Al –Serori, de la que hablaba más arriba, califica de “massen protest” esta y otras manifestaciones (tú que me ves con buenos ojos, carita de emperaora) y completa su artículo que ya, desde el título, es tendencioso (Cataluña “sueña” con la independencia) entrevistando a un señor llamado Daniel Teixidor el cual, tras tener el cuajo de afirmar (y presuntamente, de enorgullecerse) que aprendió español cuando llegó a la guardería y que antes no lo conocía dice que, por supuesto, también tiene amigos españoles, con los que puede hablar de todo menos de política.
La señora Al-Serori, en cambio, deja a Teixidor hablar de su libro . Así, a cada alusión al “unionismo” cenizo, Al-Serori opone inmediatamente la gozosa ristra de verdades que sale de la boca de Teixidor. Por último, para rematar y meter gol, hace Al-Serori un, cuando menos, remarcable resumen de la Historia reciente de Cataluña. Cito:
Die autonome Region im Nordosten Spaniens hat 7,5 Mio. Einwohner. Seit 1714 gehört das ehemalige Königreich zu Spanien. Es hat eine eigene Regionalregierung, Verwaltung und Polizei. Acht Prozent des BIP muss Katalonien an Madrid abgeben.
En cristiano: “La región autónoma en el noreste de España tiene 7.5 millones de habitantes. Desde 1714 (¡!) el antiguo reino –de Cataluña?- pertenece a España. Tiene un gobierno regional, administración y policía (propios, entiendo). El ocho por ciento del PIB catalán debe ser entregado a Madrid”.
Imaginemos por un momento que Vorarlberg quisiera declararse independiente o, caso más normal, integrarse en Suiza ¿Se expresaría Al-Serori en unos términos parecidos?
Desde Viena, con dolor
A mí, artículos como este me duelen. Mucho. Y me duelen porque, más allá de cualquier consideración adyacente, son frívolos e irresponsables.
Porque para Al-Serori, es muy fácil dejarse seducir por el argumento, por lo demás endeble, de que, al minuto uno después de que la teórica independencia se proclamase, en Cataluña todos los problemas dejarían de existir como por ensalmo. Y me duelen porque en un mundo que debería aspirar a unirse, en una Europa que debería ir hacia la integración, hacia la eliminación de las fronteras (objetivo por el que luchamos todos los que hemos salido de nuestro pueblo) planteamientos como el del independentismo catalán más cazurro deberían ser cosa de la edad media o, peor, de las películas de Paco Martínez Soria. A este señor, a Teixidor, no a Martínez Soria, cuando dijo que había aprendido castellano en la guardería, cualquier persona sensata le tenía que haber llamado a él o a sus progenitores, abrazafarolas (con todos los respetos) o, por lo menos, haberle hecho ver el inmenso error de sus padres.No porque el castellano sea la mejor lengua del mundo o el catalán peor o inferior a ella (son las dos bellas y útiles por igual) sino porque, pudiendo tener al alcance de la mano el lujazo de una educación bilíngüe, sus padres le condenaron a padecer de por vida una minusvalía (en el sentido más etimológico del término). Le vedaron un universo entero. Es como si pudiendo tener dos manos, sus padres hubieran decidido, por política, cortarle una de ellas. Para echarse a llorar.
La victoria del nacionalismo, por otro lado, es convencer a almas cándidas como la señora Al-Serori de que el Estado español es una especie de gobierno despótico en donde siguen reinando las mismas condiciones que en el franquismo, que España es una especie de zona de guerra en donde no se respetan las mínimas garantías elementales.
La victoria del nacionalismo es haber acallado las voces sensatas que pueda haber en Cataluña (porque yo estoy seguro de que las hay y muchas, más allá del estúpido cacareo de consignas de tirios y troyanos) y que seguramente dirán ¿A dónde vamos? ¡La independencia de Cataluña sería un desastre no solo para España sino para Cataluña también! En bien de un concepto pueblerino, chiquitico, cejijunto, de la vida… Un despilfarro, una gilipollez, una imbecilidad de proporciones bíblicas.
La victoria del nacionalismo ha sido convencer a personas como Al-Serori de que, si, como yo, se está en contra de la independencia catalana (y yo lo estoy, decidididamente, además) uno queda facturado inmediatamente a la caverna del nacionalismo “españolista”. Que solo puede haber dos bandos y que, de esos bandos, uno tiene que ganar.
Es tan triste…
Creo que lo voy a dejar. Se me está poniendo el cuerpo malo.
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