Los austriacos y la vida privada

FotografoEn estos días, se ha producido en los medios austriacos una curiosa ausencia informativa ¿Jugamos a averiguar por qué?

13 de Diciembre.- Cuando yo era pequeño (iba yo a segundo de la difunta EGB) recuerdo que mi madre tuvo una conversación con mi profesora, la señorita Maria José.

Hija, es que no me lee libros de niños –decía mi madre preocupada- Sólo me lee novelas de Agatha Christie.

La señorita Maria José, después de pensar un poco, le dijo:

No pasa nada. Si te los pide, es porque le gustan. Tú dáselos que cuando dejen de gustarle, ya los dejará.

Y así, yo seguí leyendo libros de Hercules Poirot y de la Señorita Marple. Y también biografías, muchas biografías.

Las novelas de detectives de Agatha Christie tenían una calidad literaria horrible, pero resultaban de una gran utilidad para un niño como yo, que era muy curioso y que no dejaba de preguntarse cosas. Una de las cosas que aprendí aquellos libros fue que tan importante como las cosas que se decían en ellos eran las cosas que NO se decían y que siempre, quien calla, forma con sus silencios lo que podríamos llamar “la silueta de lo que oculta”. Y así, cualquier persona que observe la realidad con un poquito de atención, tiene que preguntarse qué cosas tendría que haber dicho alguien y también por qué no ha dicho las que faltan en la lista.

Todo este largo preámbulo para explicar un levantamiento de cejas que yo tuve ayer.

Resulta que, según mi costumbre, abrí la prensa española digital por si había algo que se prestase a un post y en la edición binaria de El Mundo me topé en con un artículo en el que se informaba de que el semanario sensacionalista Closer (especializado en publicar tetámenes de famosas pilladas con teleobjetivo y cosas así) había sacado a la luz unas fotos en las que el segundo en el mando del Front Nationale –partido ultraderechista francés que está a partir un piñón con la ultraderecha austriaca- paseaba por las calles de una ciudad española de la mano de su novio, un periodista francés, al cual sacaban con la cara pixelada.

El titular que acompañaba las fotos, en francés, tenía su recochineo. “Amour pour tous” (rezaba) –Amor para todos– y era un remedo de la “Manif pour tous” que empezó siendo un movimiento antiabortista patrocinado por lo más fundamentalista del catolicismo francés (carro al que se subió con todo el gusto la ultraderecha de Marine Le Pen, que no va precisamente de moderna) y que ha terminado aglutinando a toda esa gente que son “antitodo” ,particularmente la famosa anti la conocida como “ley Taubira” que así se conoce en Francia la que en España se llama, más simplemente, ley de matrimonio homosexual o ley del matrimonio igualitario.

Pues bien: en la prensa austriaca no ha habido, hasta hoy, ni el más mínimo rastro de la información a propósito del señor este, de su novio y, naturalmente, del motivo por el que las fotos son tan fuertes, o sea, la oposición, de puertas para afuera de este político a la ley Taubira.

¿Por qué? Me he preguntado yo. Al fin y al cabo, sobre el papel, y nunca mejor dicho, la noticia tiene el mismo morbo en España que en Austria –ambos terceros países, como si dijéramos, pero ambos países en donde Marine Le Pen y la ultraderecha francesa es igual de famosa- ¿Por qué ningún medio austriaco –pero ninguno ninungo, ni siquiera la porquería gratuita- se ha hecho ningún eco de la noticia?

A mí se me ocurren varias posibilidades:

-En primer lugar, en el pasado, la revista Closer se ha enfrentado a demandas tremebundas por la publicación de reportajes semejantes (el caso más famoso fueron las imágenes del pecho de Catalina Middleton obtenidas por medio de un teleobjetivo) y los medios austriacos no quieren arriesgarse a tener que pagar por reproducir unas fotos que pudieran ser comprometedoras.

-En segundo, en el ADN austriaco hay un enorme no diría respeto, pero sí pudor por la vida privada de las personas y,dentro de las personas, de los políticos. Y se separa claramente lo que un político defiende en el parlamento de su vida privada, sobre la que no se informa a no ser que el político hable de ella. Piensen mis lectores, por ejemplo, en lo que hubiera hecho cualquier medio español medio guarrindongo (¡No hablemos de los “periodistas” de Tele 5!) con la vida privada de Jörg Haider en donde el morbo se juntaba con el morbo (sexualidad equívoca, pastizales a mansalva que cambiaban de manos y que, a veces, iban a parar misteriosamente a Suiza, etcétera).

-También se me ocurre que, quizá, siendo en este momento la ultraderecha austriaca la tercera fuerza política del país (la segunda en intención de voto, según las últimas encuestas) en determinados despachos del pequeñísimo mundo mediático austriaco, no se ha querido remover el asunto por no pisar callos que, en el futuro, pudieran resultar susceptibles.

La pregunta principal, a mi juicio es ¿Tiene que ser la vida privada de un político coherente con lo que defiende su partido? Yo tengo la respuesta muy clara y la mayoría de las personas que me leen supongo que también. Aunque claro, nosotros no somos políticos ¿Verdad?


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Comentarios

2 respuestas a «Los austriacos y la vida privada»

  1. Avatar de Uno que comparte vocación
    Uno que comparte vocación

    Servus, Herr Bernal!
    Es un tema interesante el que suscitas: privatus frente a publicus. Sin embargo, creo que el debate debe ser otro: si el que decide convertirse en «público» tiene derecho a lo «privado», y más cuando ejerce la política, cuando forma parte de la res publica; un término del que deriva la palabra «república». Es evidente que debe existir coherencia entre lo que pregona—pontifica en algún caso— un político y su estilo de vida, o…¿acaso debemos aceptar que la hipocresía y dos códigos morales diferentes son el mejor currículo para una persona que rige nuestros destinos? Nein, mein Herr!, eso sólo sirve para un país tan atrasado como España; te explicaré el porqué: el español admite en la res publica lo que jamás consentiría en su vida privada: mentiras, hipocresía, dobleces, infidelidades…¡Qué país más curioso y qué lugareños más extraviados! Exigir coherencia a los gobernantes es una obligación, sobre todo cuando desde hace varias décadas los Estados y los Gobiernos europeos, con más tenacidad el español, derivan cuestiones que pertenecen a la res privata a la res publica; es decir: laminan el ius privatum para convertirlo en ius publicum; la anulación del hombre, del individuo. Te señalo un ejemplo, estimado colega: el Código Civil español data de 1889,y a pesar de que sufrió (nunca mejor aplicado ése término) varias modificaciones rige el destino de las personas mediante leyes que se promulgaron en el siglo XIX; el inconveniente es que vivimos en el siglo XXI: sucesiones por ejemplo; en román paladino: el Estado decide a quién debo legar mis bienes. Afortunadamente, Herr Bernal, en el mes de mayo o junio del próximo año, la UE tomará cartas en el asunto. Ten presente que España es un país reticente al cambio, al español le encanta que le lleven del ronzal y que siempre le lleven al abrevadero habitual. La Ilustración nos rozó— Carlos III no dudó en dejar colgado al ministro Esquilache a pesar de que éste pretendía modernizar uno de los países más atrasados de Europa al entender el monarca que peligraba su trono—, la Revolución Industrial la impulsaron los empresarios vascos y catalanes mientras que el kilómetro cero era eso: un cero; o la corte y villa, que para el caso es lo mismo: callos, cocidos y chotis; la dinastía borbónica la dejo al margen ya que eso es un cáncer para cualquier país; estén «preparaos» los Bo(r)bones o sean muy sencillos: la griega va por libre ya que proviene de una dinastía golpista por naturaleza: Constantino y los coroneles; Ioannis Metaxas y el mamarracho de Jorge II…
    No me extenderé más, estimado colega; no obstante redundo para enfatizar: a un político debemos exigirle coherencia entre lo privado y lo público. España, al igual que la griega, va por libre; por lo tanto no podemos exigirle— o esperar quizás— mucho. Sé que hay una película que te fascinó tanto como a mí (de hecho la veo todas las semanas): Das Leben der Anderen. En ésa película hay una frase que me fascinó: «Dreyman, puede decir lo que quiera en sus obras; pero la gente no cambia». Tan cierto como que me quedé sin padre, estimado colega. Establecer comparaciones entre Austria y España me resulta tan extravagante como el botiquín de viaje de la emperatriz Sissi: repleto de narcóticos; puedes comprobarlo en el museo del Hofburg.
    España es un país que…bueno…va de derrota en derrota hasta la victoria final; el problema es que ésta nunca llega porque en el siglo XVI los españoles ya marcaron su destino. ¡Salud y república, ciudadano Bernal!
    Pfiat di!

    P.D.- Sigo con mis gestiones para conseguir el estatus de apátrida: sin bandera, sin religión, sin patria, sin ideología…¡El hombre en estado puro!, ¡el individuo tumbado sobre el altar de la pureza!

  2. Avatar de Sandra
    Sandra

    Se supone que debería existir coherencia entre lo que uno defiende en público y lo que hace en privado,pero tratándose de políticos,mucho me temo que pasa como en el teatro,representan un papel sobre el escenario y al regresar a casa son otra persona diferente….

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