La vida eterna (Das ewige Leben)

Ewige lebenLa nueva película de Josef Hader está barriendo (y con razón) en la taquilla austriaca. Un placer amargo para el cerebro y el corazón.

11 de Marzo.- Hace algunos años, fui a Munich de excursión. En aquel entonces, unos amigos que hoy viven en Viena vivían aún en Salzburgo, ciudad que alegraban con su sabiduría culinaria y, sobre todo, con la mirada que les ha convertido, con los años, en unos fotógrafos de estilo tan personal como admirable. En aquel viaje, nos encontramos en Munich y entramos en una tienda que es meca de todos los manitas de la cocina o del jardín, en donde mi amiga salzburguesa se compró una espátula de repostería. Mientras ella estaba en la cola de la caja, se puso detrás un hombre serio. Yo le reconocí inmediatamente y le dije a él:

-¿Has visto quién está ahí?

Y él que no lo sabía y yo:

-¡Josef Hader! ¡El de Silentium, el de Silentium!

Y como, francamente, me da mucha vergüenza acercarme a los famosos –mayormente si hablan en otra lengua que la mía- pues cogí la cámara –una Canon que ya no está con nosotros- y le hice esta foto a Hader. Comprendo que no estuvo bien pero, por lo que ahora contaré, creo que él supo perdonarme.

Josef Hader

Casualmente, semanas más tarde, estaba yo invitado a comer en casa de unos buenos amigos –austriacos esta vez- y entonces él me preguntó por el blog y por el viaje a Munich, y entonces yo le enseñé la foto de Hader y él me dijo que Hader y él tenían una relación bastante amistosa.

Entre risas, este amigo mío me dijo que, la próxima vez que viera al cabaretista, le contaría de mi bisoñez y de la foto. Lo hizo, y a Hader le divirtió mucho la historia y le dijo a mi amigo que, la próxima vez que le viera por la calle o en cualquier otro sitio, me dejara de tonterías de hacerle fotos y directamente me acercara a saludar. También dijo que le encantaría tomarse un café conmigo porque la idea de tener un fan español le hacía mucha gracia. Han pasado cinco años desde entonces y, desgraciadamente, no he vuelto a tener ocasión de encontrarme con Josef Hader personalmente –siempre nos ha separado el foro de un escenario- pero hoy he estado viendo la última película de Brenner, en la que él es el protagonista (se llama Das ewige Leben, La vida eterna) y ha sido como encontrarme con un viejo amigo. La espera, ha merecido la pena.

Das Ewige Leben está basada, como las tres anteriores, en una novela de Wolf Haas y, como las tres anteriores, está siendo un exitazo de taquilla. Personalmente, yo he conseguido verla al tercer intento. Lo intenté al día siguiente del estreno, y las dos salas grandes del Apollo Kino estaban ya vendidas. Lo intenté ayer con el mismo resultado y, harto de que me quitaran el sitio, compré las entradas para hoy cuando, al final, ha podido ser.

La serie de Brenner protagonizada por Josef Hader ha ido a más desde el principio. A más en todos los sentidos.

En calidad, en seriedad, en profundidad y, sobre todo, en amargura. Para ir a ver Das Ewige Leben, una de dos, o uno va muy preparado o dos, es austriaco. Es una película en donde se trata el tema de la vejez, de la decadencia, utilizando como excusa la trama argumental pero en donde se dicen cosas con una gran carga de profundidad. Josef Hader está, como siempre, muy Brenner (el guión es, en parte, suyo y, como le pasa a Kevin Spacey en House of Cards, es probable que se haya escrito un material con el que esté cómodo). Uno quiere pensar que solo el Hader de cincuenta y tres años podía interpretar a un tipo de la humanidad de Brenner. Aunque, sin desmerecer nada a Josef Hader, la revelación de esta película es Tobías Moretti. No es un actor al que yo le haya tenido nunca demasiada simpatía, pero en esta película está a la altura de cualquiera de los grandes americanos. El tío da un recital.  A la altura de los más grandes en los que mis lectores puedan pensar. De José Bódalo a Marlon Brando pasando por Dario Grandineti o Colin Firth. No cuento nada más de su personaje porque es destripar el argumento de la película. Pero de verdad, solo por la gama de matices que imprime al personaje que interpreta, ya hubiera valido la pena pagar el precio de la entrada.

El reparto es, como en las otras ocasiones, lo mejor del nuevo Brenner. Todos los personajes están interpretados por actores perfectos que componen un mosaico de la sociedad austriaca de lo más identificable (es una de las gracias de la peli). Cada uno es un espejo deformante puesto frente a la cara del espectador. Por cierto, mis lectores más cinéfilos encontrarán que, en el nuevo Brenner, hay otro rostro conocido. Johanes Silberschneider, el desternillante Goebbels de “La niña de tus ojos”.

Quizá lo que menos me ha gustado ha sido que el desarrollo del guión es un poco premioso (naturalmente, hay que abrir todas las historias que se trenzan en el trepidante final) pero la verdad es que es un inconveniente muy menor.

Por cierto, para aquellos de mis lectores que quieran ver la película: no se desanimen si hay trozos que no entienden. Como sucedía en “El inesperado secuestro de la señora Elfriede Ott” (también una gran comedia) el dialecto es a veces tan profundo que dificulta un poco la comprensión del diálogo. Con esto y con todo, el nuevo Brenner es muy recomendable.

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Comentarios

3 respuestas a «La vida eterna (Das ewige Leben)»

  1. Avatar de Primo N.
    Primo N.

    Aún recuerdo, primo, la sensación de triunfo que teníamos al salir del cine tras ver Der Knochenmann. No había subtítulos y reimos cuando había que reir (y no a destiempo) y entendimos todos esos guiños que sólo los nativos o alguien que lleva años en el país pueden entender. Aquella noche (que terminamos en un bar donde un parroquiano se afanaba infructuosamente en ser Nina Simone en un improvisado karaoke) me dí cuenta de que Austria estaba “growing on me” (perdón por el anglicismo) a la austriaca: de forma callada y discreta.

    Desde entonces, Hader y las películas de Brenner, amargas como suelen ser, me provocan una agradable sensación de nostalgia (y, ¿hay algo más austríaco que eso?).

    1. Avatar de Paco Bernal
      Paco Bernal

      Ya sabía yo que este post iba a gustar mucho en El Cairo 🙂 Yo me estuve acordando también todo el rato de ti, primo. Cuando salga en DVD te la mando 🙂 Un abrazo grande

  2. […] el Bundesland en cuya capital, Graz, se desarrolla la última peli del detective Brenner, en donde hay un museo que se honra con la posesión de la taza de wáter en donde Arnold […]

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