Mañana, dos Bundesländer austriacos deciden quiénes serán sus representantes durante la próxima legislatura. La elección se presenta emocionante y dura: a cara de perro.
30 de Mayo.- Este blog se llama Viena Directo –yo vivo en Viena y, lógicamente, le presto más atención al Bundesland que es capital de EPR y que concentra a la mayoría de los españoles que viven en Austria- pero, al mismo tiempo, soy consciente de que me leen otras personas desde el resto del país. Por eso creo que, en bien de la información de mis lectores, es justo y necesario (mi deber, y no sé si mi salvación) que le dedique unos párrafos a los dos comicios regionales que se celebran mañana. O sea: Estiria y Burgenland.
Las casillas de salida de las dos regiones son completamente diferentes.
Hoy, empezamos por Estiria.
En el Bundesland en cuya capital, Graz, se desarrolla la última peli del detective Brenner, en donde hay un museo que se honra con la posesión de la taza de wáter en donde Arnold Schwarzenegger sentó sus infantiles posaderas, la última legislatura y la intensa propaganda de la ultraderecha, han hecho que los estirios hayan cambiado mucho su intención de voto respecto a los últimos comicios.
Según las encuestas, ganaría el Partido Socialista, actualmente en el poder (Franz Voves es el presidente del Bundesland) pero el Partido Popular le seguiría a muy poca distancia (ambos, cercanos al treinta por ciento del electorado), la ultraderecha subiría (Strache, en el cierre de campaña, habló de un “Milagro azul” –blaues Wunder– que es lo que siempre dice, pero indica que, esta vez, la ultraderecha batirá sus propios récords). Los partidos pequeños, siguen más o menos igual (salvo la casi entrañable subida de los comunistas austriacos (un punto), por cierto, la fuerza más votada en Graz después de las municipales).
Al calor de estos datos, ya se han empezado a barajar escenarios postelectorales. La principal incógnita es si los Populares se aliarán con la ultraderecha del FPÖ para arrebatarle el gobierno a los socialistas. Los populares estirios perdieron el poder a manos de los socialistas en la década pasada (2005) y todavía no se han recuperado del batacazo. Voces dentro del partido abogan por una sociedad populares-ultraderecha para volver a regir los destinos del bundesland estirio.
Parte de la subida de la ultraderecha se explicaría mediante la utilización (diabólicamente inteligente) de un tema candente pero de una importancia muy relativa, objetivamente hablando, para los habitantes de Estiria: la crisis de los refugiados. Como mis lectores sabrán, durante estas dos últimas semanas, la Unión Europea, al objeto de rebajar un poco la tensión en los países mediterráneos, ha decidido repartir a los refugiados provenientes de las zonas de conflicto de Oriente Medio por los países europeos, atendiendo a unas cuotas proporcionales a su población. Un par de miles le han sido asignados a Austria y, de ese par de miles, una parte han sido asignados a Estiria. El total de refugiados respecto a la población estiria representa una proporción del 0.5%, pero la ultraderecha ha empapelado el Bundesland con carteles en los que podía leerse el lema “Extraños en su propia tierra” (la misma cantinela de costumbre, ninguna novedad). No han ayudado nada a llevar el problema a su justa proporción las imágenes de las tiendas de campaña blancas en las que se ha alojado provisionalmente a los refugiados mientras se encontraban sitios más aceptables, ni las declaraciones de los alcaldes de las poblaciones afectadas en donde se daban golpes de pecho y se declaraban “solidarios” pero al mismo tiempo abogaban porque el Gobierno central no alojase a los refugiados en sus términos municipales.
(A mí todo esto me recordaba a cuando yo era pequeño e imperaba en España un racismo brutal contra los gitanos –racismo del que solo se salvaba Lola Flores porque era “grasiosa”-. Cada vez que el Gobierno intentaba tomar medidas para sacar a los gitanos de la marginalidad siempre había un grupo de “payos” (de la escala social más baja, claro, que son los mismos payos que aquí votan a la ultraderecha) que ponían el grito en el cielo –cuando no hacían cosas peores).
La ultraderecha, adhiriéndose a esto y siguiendo su costumbre, ha puesto en marcha su maquinaria de propaganda para convertir a los refugiados en peligrosos yihadistas, lobos disfrazados con piel de cordero, viviendo del dinero del contribuyente (la vieja táctica xenófoba de demonización del extranjero). Creo que es interesante señalar que, como siempre sucede, la ultraderecha ha terminado marcando la agenda de los partidos ortodoxos y la campaña, a pesar de que los estirios –como es lógico- tienen problemas mucho más acuciantes, ha terminado centrándose en ese 0.5 por ciento de la población de Estiria que, por carambola, terminará decidiendo lo que pase a partir del lunes.
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