Ya lo apuntábamos ayer, pero la noticia merece, en mi opinión más comentario.
15 de Mayo.- Clarín (Argentina), Abc (España), El País (España), La Vanguardia (España), BBC versión en Español (Reino Unido), La Nación (Argentina), Cadena SER (España), CNN en Español, El Universal (México),El Comercio (Perú)…La lista sería interminable (introduciendo “semáforos Viena” en Google hay más de un millón de resultados). Todos estos medios han informado a propósito de la iniciativa del Ayuntamiento de Viena de colocar semáforos con muñecos que representan las tres combinaciones posibles de pareja en las que puede vivir el ser humano. Esto es: hombre y mujer, mujer con mujer y hombre con hombre.
Los críticos con la iniciativa aducen que cambiar los cristales de los casi cincuenta semáforos han costado 63000 Euros. Naturalmente, si uno divide, cambiar cada semáforo sale por un pico. Sin embargo, si consideramos las tarifas publicitarias y lo que hubier costado que la ciudad de Viena colocase un anuncio (o más) en cada uno de los medios citados, la verdad es que la cosa de los semáforos sale por una auténtica ganga.
Viena ya no es la que era
Hace unos días, una amiga mía, alta directiva de una gran multinacional, estuvo en Viena por trabajo y vino a visitarme a casa. Esta chica, que actualmente vive en Suiza, estudió en esta ciudad –habla perfectamente alemán- y, después de ponernos al día a propósito de los acontecimientos de nuestras vidas respectivas, salió la conversación de todo lo que la ciudad ha cambiado en, pongamos, los últimos veinte años. Yo ya llegué cuando el cambio se había iniciado, pero es evidente que, desde que yo llegué, Viena se ha transformado y ya no es esa especie de pueblo grande, provinciano, algo hosco, que era antes, sino que cada vez más es una ciudad abierta al mundo y, naturalmente, eventos anuales como el Life Ball de mañana o, dentro de una semana, el festival de Eurovisión, han contribuido decisivamente a ese cambio.
Otras razones por las que es un dinero bien gastado
Me atrevo, seguidamente, a expresar mi opinión a favor de los muñequitos de los semáforos: yo estaría a favor de cosas como esta aunque solo fuera porque promueven la tolerancia y desalientan la discriminación, pero es que además, como ciudadano, pienso que todo lo que sea gastar dinero en publicidad –positiva y prácticamente gratuita- de todo lo bueno que Viena puede ofrecer, es una cosa estupenda. Y no solo porque encuentro que el que la ciudad sirva de punto de encuentro a personas de todo el mundo que busquen paz y tranquilidad es, además, un negocio genial desde el punto de vista económico.
Quiero vivir en un lugar en el que cualquiera pueda expresar su amor por la persona con la que vive sin ningún tipo de problema porque soy de la opinión –que he reiterado muchísimas veces a lo largo de incontables artículos de este blog- que ninguna manera de vivir, siempre que se lleve cortesmente y no violente la convivencia, es mejor que otra. Ni ningún amor, por supuesto, es mejor que otro y, naturalmente, estoy convencido de que los prejuicios basados en creencias irracionales o supersticiosas (como muchos que utilizan un concepto falso de la religión como apoyo) están mandados retirar y desaparecerán con el tiempo, como desapareció la inquisición o terminó imponiéndose la certeza de la circulación de la sangre y se terminará imponiendo, estoy convencido, el concepto claro y transparente de que hombres y mujeres deben ser tratados de manera exactamente igual y que no existe ningún tipo de razón para lo contrario.
En fin: tras la parrafada. Visto el éxito obtenido, el municipio vienés está estudiando convertir el gag publicitario temporal en algo definitivo. Si pasa a ser definitivo, será una de las herencias buenas de Eurovisión que habrán hecho, estoy seguro, de Viena una ciudad más habitable y más amable para todos sus habitantes. La solución, en próximos episodios.
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