Remedios para el alma

ZentralfriedhofCuando tengo una preocupación o un peso que me pesa, hay un sitio de Viena en donde se me quitan instantáneamente. Acompáñame y verás cual.

4 de Octubre.- Yo sé que esto, a muchos de mis lectores, les puede parecer un frikismo, pero también habrá otros que me entiendan y por eso lo cuento.

Yo, cuando tengo un peso que me pesa, una preocupación o, simplemente, cuando quiero volver a recordar lo que es la paz de espíritu, lo que más me alivia es irme al Cementerio Central de Viena y darme un paseo.

Especialmente si es en esta época del año.

Para mucha gente los cementerios son un sitio triste pero para mí no. Hombre, no digo que sea una juerga, porque yo, personalmente, estoy muy contento vivito y coleando pero a mí los cementerios lo que me indican es la cesación de los tráfagos y las preocupaciones de la vida.

Como decía más arriba, cuando tengo un peso que me pesa, pues me paseo entre las tumbas y me digo:

-¿Ves, Paco? Tampoco es para tanto. Mira lo que les ha valido a todos estos preocuparse y dejarse la vida. Ellos también pensaban que no se iban a morir nunca pero, en un momento, les cogió la trampa y adios preocupaciones.

Pasear por entre todas esas vidas es como caminar por un archivo en donde todos los expedientes estuvieran cerrados. Uno piensa que también algún día estará en la misma situación y bueno, pues se relativiza todo mucho.

Y luego que el Zentralfriedhof es un sitio superbonito lo mires por donde lo mires.

Yo siempre empiezo mis paseos por la avenida de castaños del columbario. Están todavía (no durará mucho) con la hoja puesta, pero ya las que formaban una bóveda verde y fresca este verano están claudicando. Entro en lo que fueron los jardines del Schloss Neugebäude (que fue el primer palacio real de Viena y que hoy parece el decorado de una peli de Fritz Lang) y voy a ver la tumba de un amigo, detenido para la eternidad en los treinta y ocho que tenía cuando dejó este mundo. Siempre rezo un poco por él y acaricio un poco la piedra negra y pulida de la tumba, como si le diera a él una afectuosa palmada en la espalda.

Después, cruzo la calle y me voy al cementerio grande, a ver las tumbas de relumbrón. Las de los músicos (que trajeron aquí, recolectando los restos de otros cementerios para darle un poco de alegría a un camposanto que, cuando se inauguró, en plena monarquía del emperador Paco Pepe debía de estar un poco desangelado).

Hoy, he estado paseando (el sol otoñal dorando las areniscas y los mármoles de las lápidas) por la zona de la farándula, que siempre gusta.

El artisteo es creativo hasta para el último descanso.

Udo

Alrededor de la tumba de Udo Jürgens, con su enorme piano cubierto, había mucha gente haciéndose fotos e incluso muchos chismes dejados por los fans del cantante muerto (por cierto, esas cosas que se dejan sobre las tumbas suelen ser muy horteras).   Lo bueno que tiene el Cementerio Central es que uno siempre descubre a vecinos cuya presencia no había visto antes. Y es que Udo Jürgens comparte tierra con otra vienesa célebre pero que está enterrada en una tumba mucho más sencilla (no tiene ni lápida, sino solo un cartelito de madera), la bellísima en vida Hedy Lamarr ¿Qué se dirán?   Muy cerca también está Helmut Qualtinger (lo mencionábamos el otro día), la tumba coronada por una gran cabeza que se le parece poco, la verdad (o, por lo menos, se parece poco a la imagen que yo tengo de Qualtinger).

Hugo Wiener

Muy cerca también está Albach-Retty, el padre de Romy Schneider, con Rosa Albach-Retty, su madre. A la vuelta de esa esquina, descansan Hugo Wiener y Cissy Kraner, con la particularidad de que están las fechas de sus muertes, pero no las fechas de su nacimiento, con lo cual no se puede saber la edad que tenían cuando murieron con lo cual no se puede saber nada. Y cerquita cerquita, Karl Farkas, que vivió en el distrito seis.

Hoy me he dado cuenta de que, a fuerza de hacer Viena Directo todos los días, y de interesarme y de conocer a toda esta gente y su vida y milagros, ir al ZF es también como repasar un álbum de fotos de familia o, quizá, ver que mi amor por Austria se cimenta también en gente que fue real y que vivió (y que, de alguna manera, sigue viviendo).

La herida
La herida que la muerte ha asestado solo la muerte podrá curarla (bonito epitafio¿Verdad?)


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Comentarios

4 respuestas a «Remedios para el alma»

  1. Avatar de Leticia
    Leticia

    Paco me encanta todo lo que escribes. y mas aun sobre Viena donde viví hace ya años. Ese cementerio es una maravilla y tu terapia antipreocupaciones digna de un hombre sabio como tú.
    un abrazo desde Sevilla

    1. Avatar de Paco Bernal
      Paco Bernal

      Gracias Leticia! 🙂 Un abrazo muy fuerte desde Viena

  2. […] está hecha de unos materiales que hacen que merezca la pena ser vivida. No abundan.   9. El Cementerio Central y, con él, la relación que los austriacos tienen con la muerte; en ningún país como en este hay […]

  3. […] de Noviembre.- Hace unas semanas, como recordarán mis lectores, estuve en el Cementerio Central de Viena. En la zona dedicada a los artistas hay una tumba muy grande, de mármol blanco, que representa a un […]

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