El año que viene Viena cambiará de alcalde. El rocoso Michael Häupl, que ha ocupado el cargo durante 24 años, se retira.
27 de Agosto.- Los gekos son una especie animal muy conocida en los países templados, por ejemplo, en España. En la península, su representante más conocido son las salamanquesas, que son esos largartitos pequeños que aparecen pegados a los techos de las habitaciones en las casas de campo. Son perfectamente benignas y se alimentan de insectos.
Los gekos en general son la especialidad (o lo fueron) de nuestro protagonista de hoy, el facundo Michael Häupl, el cual hizo su tesis a propósito de los movimientos de la cabeza de estos animalitos. Entre 1975 y 1983, Michael Häupl, según la información que figura en su página de la Wikipedia, trabajó en el departamento de herpetología del Museo de Ciencias Naturales de Viena, en donde, Häupl se dedicó a cuidar de las colecciones de anfibios y reptiles de este museo que es uno de los planes infaltables, junto con el Museo Técnico, si uno tiene que mantener entretenidos a niños y las circunstancias meteorológicas son adversas y no pueden correr por el campo (ni llegar hasta el lago, como decíamos ayer).
Desde 1994, Michael Häupl es el alcalde de Viena y también presidente del Land (en Austria, Viena es su propia „comunidad autónoma“). Sucedió a otro peso pesado de la socialdemocracia austriaca (y, en general, a un peso pesado de la alta política austriaca) el tonante, resolutivo y estatuario Helmut Zilk. Hay pues, muchos ciudadanos adultos de Viena que no han conocido otro alcalde.
Häupl es famoso por comportarse de manera algo bronca y, a pesar de que lo sabe todo sobre las salamanquesas y sus parientes más próximos en el reino animal, o sea, que es un hombre con la cabeza muy bien amueblada, cultiva cierta imagen de hombre que le llama al pan pan y al vino vino, y no se anda con excesivas sutilezas. Cuando Häupl sale en un informativo (y ha salido muchas veces, como es lógico, a lo largo de su vida como político profesional) siempre tiene uno la sensación de que se está limpiando las manos en el delantal y que va a preguntarle a la próxima clienta que qué le pone, si muslo o pechuga.
En un partido solicalista, como el austriaco, que ha visto sucederse en su cúspide, en los últimos diez años (de antes, puedo hablar poco) a políticos progresivamente inodoros, incoloros e insípidos, uno tiene la sensación de que hay una parte de los votantes del SPÖ que agradecen la existencia de Michael Häupl, en su caracterización de señor ligeramente obeso, franco y con fama (es de dominio público) de ser un poquito borrachín.
Como sucedía con Erwin Pröll, al que también le llegó la hora de la jubilación hace unos meses, Michael Häupl ha anunciado que en Enero del año que viene abandonará la presidencia del Partido Socialista Vienés y que, poco tiempo después, también dejará de ser alcalde de esta bonita ciudad.
A diferencia de Pröll, Michael Häupl no se marcha por la puerta grande, ni en su mejor momento. En las últimas elecciones, dejó al SPÖ al límite del cuarenta por ciento de los sufragios y para poder gobernar se coaligó con Los Verdes, capitaneados por Maria Vasiliakou.
A pesar de las esperanzas de Häupl de que él seguiría teniendo la sartén por el mango, Los Verdes vieneses no han sido un socio cómodo y se las han ingeniado para conseguir algo que a un político como Häupl era lo que más le podía fastidiar: que le robaran el foco mediático.
Desde fuera, todo el mundo ha tenido la sensación de que eran Los Verdes los que marcaban la agenda y no el socio mayoritario en el Gobierno vienés, el Partido Socialista que mandaba Häupl. Durante todo lo que ha durado (y aún dura) la relación entre Häupl y Vassiliakou, se ha podido pensar claramente que eran como esos matrimonios a la antigua, en el que el hombre está diciendo que él siempre tiene la última palabra pero todo el mundo sabe que esa última palabra es siempre „lo que tú digas, cariño“.
Con todo y con esto, cuando el socialismo austriaco ha estado aquejado de turbulencias, ahí ha estado Häupl, como un John Silver el largo, voceando e intrigando para que la tripulación no se viera invadida por el desánimo.
¿Quién le sucederá cuando se vaya? Pues no se sabe todavía, pero lo más probable es que sea un político más funcionarial que él y con menos personalidad que él. En la política austriaca está pasndo un poco como en España, en donde las grandes mujeres de la copla, que también eran grandes personalidades fuera del escenario con sus más y con sus menos, pero muy reconocibles (Lola Flores, Rocío Jurado, Nati Mistral) se han ido muriendo y uno no encuentra recambio a la vista.
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