Sin mascarillas y a lo loco

Los políticos de un determinado partido no se ponen mascarilla porque ellos son muy machotes para tenerle miedo al virus malandrín. Luego, claro, pasa lo que pasa.

6 de Julio.- Quizá recuerden los lectores de Viena Directo una polémica parlamentaria que, indirectamente, fue la causa de la salida de Norbert Hofer de la dirección del FPÖ.

Fue esta: la cosa fue que, aunque no es obligatorio, todos los parlamentarios menos los de la ultraderecha, llevan mascarilla durante las sesiones.

Uno de los presidentes del Parlamento, el conservador Sr. Sobotka, les pidió a los ultras que tuvieran un poquito de porfavor y que se pusieran las mascarillas.

Los ultras, encabezados por Kickl, dijeron que nones (naturalmente, tanto en aquel momento como en este los ultras se mueren por puntuar entre el negacionismo más cerril). Insinuaron que ellos eran muy machotes (y ellas mujeres con todo lo que hay que tener) como para dejarse intimidar por un virus que no es más que una gripe y que se cura o se previene comiendo sano (algunos dicen incluso que „comiendo alcalino“ sea eso lo que sea) y haciendo deporte. Eso, suponiendo naturalmente que el virus exista, que hay muchos de estos que no lo tienen claro aún (ya saben „antes de enero de 2020 esto se llamaba gripe“). En el tenebroso terreno de los antivacunas ya ni nos adrentramos.

Aducían los ultras que el intento de ponerles mascarilla era para dejarles en evidencia y que el profe les tenía manía y que todo era una campaña orquestada y cosas así.

Hofer, a la sazón uno de los presidentes del Parlamento, terció también en la polémica y le pidió a sus compañeros (y sin embargo enemigos) de partido que se cubriesen las bocas y las narices, aunque solo fuera como muestra de cortesía hacia las personas humanas que vivimos en Austria, las cuales, lo queramos o no, tenemos que llevar mascarilla.

Kickl se revolvió contra Hofer y la cosa terminó (sobre todo para Hofer) como el rosario de la aurora.

Esto es: Kickl con las manos libres para hacer el mal a calzón quitado y Hofer, como en el tango, solo, fané y descangallado.

Pues señor: ha querido la mala suerte que uno de los políticos del FPÖ, Christian Hafenecker, el que representa al partido ultraderechista en la famosa comisión parlamentaria del Ibiza, haya enfermado de coronavirus (!Chorprechaaaa! ¿Cómo habrá sido? !Pero si el virus no existe! Ejem). Y que su enfermedad, dadas las escasas precauciones (y las no más abundantes luces del interesado) haya tenido consecuencias.

El irresponsable Hafenecker no supo fehacientemente que estaba enfermo hasta el viernes pasado. Test mediante. Debió de parecerle que la noticia no tenía importancia (total, solo ha muerto más de un millón de personas en todo el mundo) y siguió trabajando no solo en el Parlamento, sino teniendo contacto con los periodistas y otras gentes.

El lunes, ya pasado el fin de semana, comunicó oficialmente que tenía CoVid. Mientras tanto…

-Christian, hijo, se te ve pachucho. No vaya a ser coronavirus eso que tienes.

-¿Esto, coronavirus? (cof,cof) !Esto no es ná! Los austriacos de pelo en pecho, no le tememos a un virus de Aliexprés…!A una gripe con marketing! Juás, juás, juás (cof, cof,cof) Bueno, a un catarro. Unos sudores y ya. Yo creo que estoy incluso ya mejor !Esto con un schnaps se cura rápido!

-Christian, te estás poniendo morado.

-¿Yo? (cof,cof,cof) !El schnaps es la mejor vacuna! Trae pacá.

Por supuesto, mientras Hafenecker estaba incubando su CoVid iba por la vida sin mascarilla („con esto de las mamparas de plexiglás vamos que nos matamos“) de manera que (de momento) ha contagiado a otros tres compañeros de comisión. Un político de los verdes, una político de los Neos y una trabajadora de los Verdes. Todos tuvieron la mala suerte de ponerse en el camino de sus esputos.

Para más Inri, nuestro amigo Hafenecker tampoco está vacunado (pa qué, ¿Verdad?) porque él es „escéptico“ sobre las vacunas del coronavirus.

Naturalmente, tiene todo el derecho para serlo. No sè`sabe si las personas a las que ha contagiado pensarán lo mismo.


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