Un peligro para la seguridad nacional (y 2)

Los registros en la sede de los servicios secretos austriacos tuvieron consecuencias gravísimas, tanto a nivel nacional como internacional.

La primera parte de este artículo está aquí.

3 de Septiembre.- El Club de Berna es una organización al más alto nivel, llamada así por la ciudad suiza en la que se fundó y que era la sede de la CIA en Europa. Es un club muy exclusivo. Tanto, que solo tiene treinta miembros. Los veintiocho directores de los servicios secretos de los países de la Unión Europea (veintisiete además del Reino Unido), además de los de Noruega y Suiza.

Asimismo, aunque no tengan estatus formal de miembros, también son parte del Club de Berna los servicios secretos israelíes.

Los servicios secretos miembros del Club de Berna intercambian información a propósito de diferentes temas. Entre ellos, por ejemplo, el terrorismo islamista en Europa.

Como decíamos en el anterior post relativo al llamado affair BVT, el día 28 de Febrero de 2018, la justicia austriaca, basándose en el escrito anónimo de treinta y nueve páginas que había llegado a diferentes medios de comunicación dio permiso para que la policía registrase la sede de los servicios secretos austriacos y algunos domicilios particulares.

La noticia del registro, lo mismo que la de la masiva fuga de informaciones reservadas explotó con una bomba en la sede del Club de Berna. El resto de los miembros suspendieron cautelarmente su relación con los servicios secretos austriacos, con lo cual cesó un intercambio de noticias que, según algunas personas conocedoras de estos asuntos, tuvo como consecuencia los atentados islamistas de Viena de noviembre de 2020.

La pérdida de confianza en el hermetismo de los servicios secretos austriacos fue masiva y las medidas para reconstruirla, incluyendo un cambio de nombre, un cambio de director y una reorganización profunda, duran hasta hoy.

Justamente seis meses después de que Herbert Kickl, entonces Ministro del Interior, en una actuación absolutamente inédita en un Estado moderno y que revela un respeto muy escaso por el sentido común, actuase contra sus propios servicios secretos, el Tribunal Superior de Viena declaró que aquellos registros, menos los que se produjeron en una de las viviendas particulares de uno de los investigados, habían sido ilegales y contrarios a derecho.

Aún hoy no está muy claro cuáles fueron las causas profundas de la operación.

Son varios los motivos que se barajan: hay quienes dicen que la intención de Kickl era poner al frente de los servicios secretos austriacos a una persona más afín a la extrema derecha, y hay gente que dice que el objetivo fundamental era dificultar que el BVT dejase de investigar a diversas personas y organizaciones relacionadas con organizaciones ultras, como por ejemplo, los identitarios o las organizaciones tradicionalistas conocidas como “Burschechaften”.

De hecho, poco antes del registro, en enero de 2018, coincidiendo con unas elecciones regionales, estalló el llamado affaire del Libro de las Canciones (Liederbuch-Affäre) en el que estuvo implicado Udo Landbauer, el entonces candidato de la extrema derecha al Gobierno de Niederösterreich y hoy, gracias a un acuerdo de coalición entre el Partido Popular austriaco y la extrema derecha del FPÖ, vicegobernador de Baja Austria. Quizá recuerden las personas que me leen que se descubrió un libro de canciones secreto en la Burschenchaft Germania, de Wiener Neustadt, en el que había himnos de marcado carácter racista y neonazi.

Debido a la repercusión del escándalo y a la enorme presión pública, encabezada por el mismo Presidente de la República, Alexander van der Bellen, Udo Landbauer se vio obligado a retirarse de aquellas elecciones.

Durante aquellas tensas jornadas, un personaje que ya hemos mencionado, Peter Goldgruber, que entonces reportaba a Herbert Kickl, apremió al director de los servicios secretos austriacos para que le diera una lista de agentes encubiertos en organizaciones ultraderechistas. Más tarde, durante el registro del 28 de Febrero, la policía intervino varios soportes informáticos en los que se encontraban listas como las que quería Peter Goldgruber.

Por supuesto, desde el FPÖ se niega esta interpretación. Se dice que la petición de Goldgruber estaba destinada a la preparación de una reunión del Consejo de Seguridad Nacional sobre el terrorismo de extrema derecha.

En mayo de 2019 el llamado “escándalo de Ibiza” hizo saltar por los aires el Gobierno austriaco y también tuvo algunas consecuencias para algunos protagonistas de esta rocambolesca historia. Empezando por el propio Goldgruber, el cual había sido nombrado poco antes, in extremis, Director General para la Seguridad Pública por el Ministro del Interior, Herbert Kickl, cuyo cargo pendía entonces de un hilo, a falta de que el Presidente de la República, Alexander van der Bellen confirmase el nombramiento.

Debido al estallido del escándalo, Van der Bellen renunció a firmar el nombramiento.

También, por primera vez en la historia moderna de Austria, el Presidente hizo uso de uno de sus poderes y “dimitió” a Herbert Kickl a iniciativa del entonces canciller, Sebastian Kurz. Ese mismo día, Herbert Kickl dejó de ser ministro y el FPÖ se retiró del Gobierno.

Cinco años después, los servicios secretos austriacos aún luchan por recuperarse del golpe recibido. Su nuevo director, Omar Haijawi-Pirchner, nacido en Gmünden, hijo de un médico de ascendencia jordana, es la bestia negra de los medios de extrema derecha, que no dejan de reprocharle su origen.


Publicado

en

por

Etiquetas:

Comentarios

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.