La policía detuvo la semana pasada a un adolescente que planeaba matar (y matarse) en la Hauptbahnhof de Viena. Hoy se han conocido los detalles.
19 de Septiembre.- Como para otras 144.999 personas, la Hauptbahnof, estación central de Viena, es uno de los escenarios en los que se desarrolla diariamente mi vida.
La mayor parte de las veces, es un paso muy rápido. Cinco minutos. Lo bastante. Como decía el título de la revista aquella “Cinco minutos nada más, cinco minutos nada menos”.
Resulta que hoy se ha sabido que la policía detuvo la semana pasada a un islamista (un joven de diecisiete años nacido en Austria pero de ascendencia turca).
El bestia de él, según parece, llegó a ir a la Hauptbahnhof un día indeterminado de la semana pasada, dispuesto a matar.
Su plan era, en una primera fase, sembrar la confusión entre los transeúntes tirando algo parecido a un petardo. Después, ponerse a acuchillar a personas indiscriminadamente con uno de grandes dimensiones que había comprado poco antes.
Después pensaba haberse matado (o que le hubieran matado).
Antes de ponerse en camino, había publicado en un chat de internet una foto suya vestido de camuflaje, enseñando el cuchillo en cuestión y haciendo el saludo del ISIS.
Por suerte, o gracias a Alá, según, el pobre diablo se arrepintió a tiempo y, presumiblemente aterrado, se fue a dormir a una mezquita.
Al día siguiente, y gracias a una denuncia anónima, la policía detuvo al tipejo en plena calle. Inmediatamente, se le interrogó. Durante el curso del interrogatorio, el muy cachocarne no negó nada y admitió que su ejemplo había sido otro criminal, el que mató a varias personas en la noche del dos de noviembre de 2020.
¿Cómo ha llegado hasta aquí? Parece ser que este chico, al que apenas le ha terminado de crecer el vello púbico, se radicalizó en internet.
No es extraño.
Durante la pandemia, hemos tenido delante de nuestras narices casos similares con el tema de las vacunas. En las alcantarillas de internet, en esos lugares asquerosos en donde circulan sin obstáculos las noticias más descabelladas, es fácil que personas sin seso o sin propósito en la vida (no hablemos de cultura) se alojen en una burbuja apestosa de desinformación.
Vale lo mismo para los antivacunas que para los imbéciles que creen en siniestras teorías conspirativas como el gran reinicio (the big reset) o de sustitución de la población, o vaya usted a saber.
Sin duda, esta noticia le recordará a las personas que me leen a otra que conocimos a principios de verano y que seguía un patrón casi idéntico.
En aquella ocasión, también un par de adolescentes casi imberbes fueron detenidos por la policía porque habían hecho circular planes para perpetrar un atentado terrorista durante el desfile del orgullo gay (la Regenbogenparade).
A principios de septiembre la policía detuvo también a otro grupo de adolescentes que pretendía atentar en Bruck an der Mur contra sus compañeros de colegio. La alerta vino de un investigador holandés, que había visto posts de estos imbéciles en internet en los que preguntaban por armas y explosivos.
Los servicios secretos austriacos ven dos peligros principales para la seguridad en Esta Pequeña República: el terrorismo islamista y el terrorismo de extrema derecha.
De ambos hediondos grupos de personas podemos esperar intentos de hacer el mal.
Los servicios secretos austriacos cifran el número de islamistas peligrosos en unos sesenta más o menos, de los cuales más o menos la mitad estaría entre rejas. En cualquier caso, el número total de personas simpatizantes de estas visiones extremas es difícil de calibrar.
En lo que sí que parecen estar de acuerdo los especialistas es que la mayoría de estos terroristas adolescentes son (gracias a Dios) personas sin mayores conocimientos ni a propósito de los pormenores prácticos de preparar un atentado ni del meollo del asunto, esto es, la religión.
Son gente sin oficio ni beneficio (lo repito: sin nada entre las orejas) que buscan, sobre todo, encontrar un lugar en la vida. Molar.
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