La calidad cuesta dinero (y por qué es peligroso)

Ilustración IA

Dice una vieja regla de internet que cuando algo es gratis, el producto eres tú. La información no es ninguna excepción.

La ambición de Jelinek

11 de Abril.- Mientras escribo esto, se espera con expectación la comparecencia del jefe de la extrema derecha austriaca, Herbert Kickl, en una comisión de investigación parlamentaria. Previsiblemente se le preguntará por su etapa al frente del Ministerio del Interior, tan rica en sucesos de infausto recuerdo y es probable que también se el pregunte por su relación con la Federación Rusa en aquellos momentos (tan de actualidad debido al escándalo de espionaje de Egisto Ott).

La mañana, sin embargo, ya ha dado algunos titulares. El telonero de Kickl ha sido su antiguo jefe de comunicación, Höferl. Según parece, Kickl utilizó su etapa como Ministro para derramar una auténtica lluvia de fondos públicos sobre medios cercanos a la extrema derecha austriaca.

En el curso de la conversación ha salido el “who is who” de la caverna mediática del FPÖ, desde “unzesuriert” hasta una mierda pinchada en un palo (no es criticar, es referir) llamada “Alles Roger”. En la mierda en cuestión escribía gente de tanta prosapia como Felix Baumgartner (esa demostración viva del efecto adverso que la estancia en las capas altas de la atmósfera pueden tener en las neuronas humanas). Se publicaban como reales entrevistas ficticias (una, por ejemplo, con el actor Kevin Spacey, en la que afirmaba que los políticos europeos se preparaban para una “gran guerra”) y se difundían todo tipo de teorías conspiranoicas y de chismes antisemitas.

La manera de regar de millones estos panfletos y otros era siempre la misma: poner publicidad institucional.

A las preguntas de por qué el Ministerio gastaba dinero público en regar de millones semejantes bazofias tóxicas, Höferl se ha salido por la tangente todas las veces que le han dejado y ha dicho “no apreciar” ninguna cercanía de la línea editorial de esas cagarrutas digitales con la extrema derecha o con el FPÖ. Ha sostenido, con todo el cinismo, que esa publicidad institucional estaba ahí porque tenía más alcance (Reichweite) que si se pusiera en medios…Digamos de verdad. Incluso ha salido la terminología que la extrema derecha ha acuñado para referirse a páginas así, “freie Medien” (o “medios libres”).

Ayer hablaba yo con un amigo a propósito de estas fábricas de bulos que son el grado cero de la desinformación. Se trata de que varias páginas funcionen coordinadas repicando los contenidos unas de otras para que así darle a las noticias falsas una apariencia de veracidad y para aumentar, esta vez sí, el alcance.

No es inusual que estas cochiqueras de internet se las arreglen para buscar, además, subvenciones públicas, que se otorgan según confusos y arcanos criterios que no sabe descifrar ni Dios.

Se ha abierto un foso abisal entre los medios (o así) gratuitos y la prensa de pago, de manera que también para esto existen dos velocidades. Y eso es peligrosísimo porque ya se sabe que, cuando algo es gratis, es porque el producto eres tú. Y también porque un pilar fundamental de la democracia es la información de calidad. Los medios gratuitos, pagados por manos negras interesadas se han convertido en la dieta informativa escasa y agusanada de mucha gente, juguete de intereses que no son capaces de calibrar.

Cuando el medio es gratuito siempre es sospechoso de ser lo que en muchos casos es, una herramienta de agitación y propaganda.


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