Esto ha sido 2024 (5)

En nuestro siguiente capítulo del repaso de 2024 nos enfrentamos a los efectos del cambio climático sobre Austria y a una complicada situación política.

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30 de Diciembre.- Nos vamos acercando al final de 2024 y hoy vamos abordar los meses de septiembre y de octubre. Los dos estuvieron marcados por los resultados de las elecciones. Pero no adelantemos acontecimientos.

Antes de llegar a las elecciones tenemos que hablar de un tema que, desgraciadamente, también ha estado muy de actualidad en España: los efectos del cambio climático. En septiembre (yo estaba en España) la zona de Viena se vio azotada por un temporal de lluvias que dejó unas imágenes totalmente desacostumbradas. Por suerte, le debemos a las infraestructuras hidráulicas de la capital de Austria que no hubiera que lamentar desgracias personales, pero los daños materiales fueron cuantiosísimos y se habla de que es la catástrofe natural más costosa de la historia de Austria.

La Unión Europea prometió ayudas (parece ser que están tardando en llegar) pero muchas personas vieron cómo la riada se llevaba sus casas, sus pertenencias y sus recuerdos.

Y el 29 de Septiembre, las elecciones.

Desgraciadamente, los resultados calcaron las encuestas. Ganó la extrema derecha de Herbert Kickl. Por el desgaste natural de la coalición que nos gobernaba (y que nos sigue gobernando, aunque en funciones) y por la labor de zapa a base de desinformación, ivermectina y mala leche que la extrema derecha lleva haciendo desde mediados de 2020 con la inestimable colaboración de, por ejemplo, las granjas de trolls rusas.

Casi desde el principio, sin embargo, se vió claro que Herbert Kickl no gobernaría si no se podía evitar. El FPÖ no cuenta con una mayoría absoluta y, por lo tanto, hubiera necesitado un partido de coalición. Ninguno de los otros partidos de Austria con representación parlamentaria quería gobernar con Herbert Kickl, así que la cosa estaba hecha.

Nada más empezar el mes de octubre el Presidente de la República, Alexander van der Bellen, inició su ronda de contactos con los jefes de los partidos. El primero fue Kickl. La conversación fue, como es tradición, privada y ninguno de los participantes hizo ningún comentario cuando finalizó. En general, se considera que estas reuniones son confidenciales y hay sobre ellas una especie de “secreto de confesión”.

Sin embargo, Herbert Kickl, rompió esta regla pronto e hizo comentarios sobre los temas tratados con el Presidente.

No fue el único esos días en romper reglas que parecían inamovibles.

Una vez que terminó la primera ronda de contactos, Alexander van der Bellen se dirigió a la nación austriaca y explicó que se había encontrado con un bloqueo. Por un lado, Herbert Kickl ponía como coalición sine qua non el ser canciller para formar una coalición con otro partido. Los otros partidos, entre tanto, no querían ni oir hablar de una coalición en la que Herbert Kickl estuviera presente.

Así pues, el presidente anunció su intención de encargar a los jefes (y la jefa) de los grandes partidos austriacos que se reuniesen para ver si podían llegar a un entendimiento.

No fue así, como todos sabemos y van der Bellen le encargó al candidato del Partido Popular, el canciller Nehammer, que intentase formar una coalición. Y en esas estamos todavía.

Esta decisión de Alexander van der Bellen sigue siendo polémica aún hoy. Una mayoría de los austriacos piensa que el Presidente debería haber encargado a Kickl el intentar formar Gobierno. Los partidarios de Kickl piensan, comprensiblemente, que la extrema derecha está preparada para gobernar y que no es democrático dejar que gobierne. Por supuesto, también cabe la pregunta de si un partido de tintes autoritarios y profundamente antidemocrático, que tiene entre sus objetivos socavar las libertades y “orbanizar” Austria, debe tener la más mínima oportunidad para ejercer el poder.

Las personas que no son partidarias de Kickl (recordemos, aún somos mayoría) piensan en cambio que el presidente le ha dado al líder de la extrema derecha austriaca la ocasión de hacerse la víctima hasta nuevo aviso.

Solo el tiempo dirá si Alexander van der Bellen hizo lo correcto.


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