A las once el Hofburg estaba reventón de caras sonrientes. No era para menos. Esta República tiene nuevo gobierno.
3 de Marzo.- Como ya anunciábamos ayer en La Tarde en Directo, hoy a las once el Hofburg estaba como la plaza de toros cuando la visitaba el dúo Sacapuntas (si has comprendido esta referencia y eres hombre, es hora de que te vayas revisando la próstata, querido amigo). Para los millenials, estaba aquello como un concierto de Taylor Swift de ministrables.
Alexander van der Bellen, el presidente que más a cuenta le ha salido a EPR, ha investido hoy a veintiuna personas, entre ministros, ministras, secretarias y secretarios de Estado, investiduras que se han sumado a las 149 que ya llevaba la criatura. Y es que por eso digo que el Bundespresidente le ha salido muy a cuenta a esta república. Por el mismo sueldo que sus predecesores, ha superado todo tipo de baches (y esperemos que le queden muchos aún por superar). Pandemias, presuntas sobrinas de oligarcas rusas, líderes ultras que se le han intentado subir a las barbas, gabinetes de crisis y ahora, la última, una coalición a tres bandas.
En general, ha sido una foto bastante monocolor, la del nuevo gabinete. La mayoría de las personas que salían iba vestida de oscuro. Solo han roto la gama cromática la ministra Plackholm, que iba de blanco roto, y la ministra de defensa, Tanner, que iba con blusa blanca y un elegante traje de color berenjena.
También han llamado la atención los zapatos marrones del nuevo ministro de educación, de los Neos. Pero se ha zanjado la cosa diciendo que en el Ministerio de Educación el código de vestimenta es menos estricto que, por ejemplo, en el Ministerio del Interior.
Ha sido en general un acto festivo, como para darle al nuevo ejecutivo el mejor principio posible, y se ha desarrollado sin errores y sin anécdotas. Los que repetían, han charlado animadamente y los que no, han sonreído a los fotógrafos y los familiares que estaban congregados para curiosear en esta que es, de verdad, fiesta de la democracia.
Unas cien personas han estado invitadas a ver la investidura en vivo y en directo y, después, se han tomado una copichuela de champán. Para que a nadie le diera por bailar la conga de Jalisco por beber alcohol con el estómago vacío, ha habido también canapés.
La verdad es que había razones para la celebración, porque ha sido el parto más largo de la historia de las coaliciones de esta república. Ciento cincuenta y cinco días nada menos. Pero ahora…Bueno, ahora, como dicen los americanos, they have talked the talk y les queda walk the walk. O sea, que el nuevo Gobierno se tiene que poner a la tarea.
Ningún representante del FPÖ ha estado ni, por supuesto, se le ha echado de menos ni tanto así. Herbert Kickl ha exhibido eso sí, su más olímpico desprecio por el nuevo ejecutivo y, sin nombrarlo, le ha propinado al personal una soflama de las suyas desde Twitter, en la que ha venido a decir que no es que Trump le hubiera soltado dos bofetadas a Zelensky, sino que la culpa había sido del ucraniano por acercar la cara a la mano de Trump muy deprisa y muy repetidamente. Ese ha sido el tenor.
Dagmar –“esto es una mierda”- Belakowitsch se ha bajado un momento de la escoba y ha dicho que la ultraderecha no le va a conceder al nuevo Gobierno ni un plazo de cortesía (se ha quedado con las ganas de ser ministra) en tanto que el secretario general de los ultras Haffenecker, ha hablado de una “coalición de perdedores” (cuando quien ha perdido ha sido el FPÖ por no saber ganar) y ha hablado de “miedo” de los tres partidos. Nada nuevo bajo el sol.
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