El futuro de la socialdemocracia se juega en Linz

Las bases de la socialdemocracia austriaca se pronunciaron ayer. Uno de los tres candidatos quedó descartado. Claramente.

23 de Mayo.- En el ADN de los partidos conservadores está la figura del hombre fuerte. Es un arquetipo, este del líder providencial, infalible que, adoptando diferentes formas, se ha deslizado sin muchos cambios a lo largo de la Historia, de la antigua y de la reciente. Este líder suele estar adornado, por lo menos en la ficción, con virtudes que, en la actualidad, han perdido algo de su brillo pero que, entre cierta parroquia, siguen siendo eficaces. Por ejemplo, la impasibilidad, por ejemplo, la capacidad casi sobrehumana de juzgar a las personas y, eventualmente, prever sus asechanzas.

En cambio, en los partidos de izquierdas, suele estar mejor vista la democracia interna (aunque nadie eche de más, como es lógico, un liderazgo fuerte y robusto).

Recordará el curioso lector que la crisis en el liderazgo de la socialdemocracia austriaca venía gestándose desde hace años (justo justo justo desde que Christian Kern le dejó el sitio a Pamela Rendi-Wagner). Fue una decisión que nadie entendió muy bien, pero que, lógicamente, no dejó nada contentas a personas que se creían con más méritos para el puesto. Principalmente, al presidente del land de Burgenland, Hans Peter Doskozil.

FÍSICA Y QUÍMICA

Bien conocida es también la enemistad entre los dos líderes que nace, como ya tengo escrito varias veces, de la nula química personal que tienen y de sus pocos parecidos políticos.

Como el conductor experto que sufre sentado al lado del conductor que lleva la L pegada al cristal del coche, Doskozil pensaba que Rendi-Wagner estaba llevando a los socialistas al desastre. Ella pensaba de él que era lo que viene siendo un tipo tóxico.

Lo malo es que, como no se le escapa a ningún observador imparcial, los dos tenían algo de razón.

La cosa estalló hace algunas semanas y, para zanjar la cuestión, la dirección del partido convocó un plebiscito entre las bases.

Para que aquello no se convirtiera en un duelo a garrotazos goyesco, se unió a los dos candidatos un tercero, Babler, de profesión alcalde de Traiskirchen.

Los tres hicieron lo que pudieron, votaron las bases y ganó (ayer) Doskozil. Con la victoria de Doskozil, sin embargo, no se zanjaron (para nada) los problemas del SPÖ.

UNA VICTORIA A MEDIAS

En primer lugar porque no fue, ni mucho menos, tan aplastante como el interesado hubiera deseado. No existe censo fiable de los militantes del SPÖ, pero se calcula que la formación roja tiene más o menos 150.000 afiliados. Pues bien: de esos, solo votaron en este plebiscito 9000. De esos (y esas) un tercio le dio su apoyo a Doskozil, y un poquitín menos le dio su apoyo a Babler. A mucha distancia de los dos, quedó Pamela Rendi-Wagner.

Por el camino, mucho rencor y un partido con las tripas al aire (naturalmente, el poder sería un bálsamo para estas heridas, lo malo es que, de momento, no parece que vaya a llegar pronto, dado lo que dicen las encuestas).

Aunque dentro de lo malo, este proceso de debate también ha traido algunas cosas buenas: por ejemplo, que se ha empezado a discutir de qué es lo que quieren los socialdemócratas austriacos para Austria.

La militancia, especialmente en lugares que están fuera de la poderosa federación de Viena, es generalmente muy mayor y los jóvenes no acaban de identificarse con un partido al que no lven preocupado por sus problemas (el éxito de los comunistas en Salzburgo parece demostrarlo).

¿Y Ahora?

Pamela Rendi-Wagner hará hoy una declaración pública, durante la cual se espera que anuncie su dimisión.

El día 3 de Junio, en Linz, se reunirán los delegados del partido y Doskozil y Babler tendran que “talk the talk” para ver cuál de los dos “walks the walk”.

A partir de ahí, si el partido socialista austriaco es inteligente, encontrará a un líder que pueda, por lo menos, mitigar lo que sería una catástrofe: el ascenso al poder de la extrema derecha con Kickl como canciller.

 


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