La versión española de este texto está, como todos los jueves, a continuación de la alemana.
Eine der schönsten wiener Traditionen ist die Lange Nacht der Museen.
Es findet statt jedes Jahr am ersten Wochenende im Oktober. Das System ist einfach und praktisch: ein einziges Ticket für alle Museen.
Die Stadt Wien ist weltberühmt für ihr fabelhaftes Kulturangebot und hier befinden sich zahlreiche Institutionen wo man alles Mögliche aus der Vergangenheit anschauen kann. Manche dieser Museen sind natürlich sehr interessant aber auch ziemlich skurril (ich denke, zum Beispiel, an das Bestattungsmuseum). Darum ist es gerade zur langen Nacht der Museen das Beste, die Albertina oder das Kunsthistorische zu meiden und genau diese kleineren oder versteckten Museen zu besuchen.
Eines dieser Museen ist die Sezession an der Wienzeile (nicht versteckt aber auch nicht besonders groß).
Das Gebäude ist spektakulär, ein Wahrzeichen Wiens, aber die Sonderausstellungen sind normalerweise nicht jedermanns Sache. Dort aber hängt permanent als Hauptattraktion das „Beethovenfries“ von Gustav Klimmt.
Das Werk wurde in der Sezession erstmals 1902 ausgestellt, gilt als Meisterwerk des Jugendstils und hat eine bewegte Geschichte hinter sich.
Im Jahre 1915 hat der jüdische Mäzen, August Lederer, das 34 Meter lange Kunstwerk gekauft.
Während der Nazi-Zeit wurde der „Fries“, zusammen mit anderen Kunstwerken von den Nazis geraubt. Erst nach dem Krieg bekommen die Erben des Herrn Lederers den Fries wieder zurück.
Damals aber war ein bestimmtes Gesetzt aus der I. Republik (1918-1938) noch in Kraft. Es handelte sich um das so genannte „Ausfuhrgesetz“.
Die Folgen waren total ungünstig für die Ledererers: Der Fries gehörte
selbstverständlich ihnen aber das Werk dürfte nicht ins Ausland verkauft werden.
Vielleicht eine kurze Erklärung wäre jetzt nötig: Wenn einer so ein Kunstwerk wie den Beethovenfries besitzt, hat der stolze Eigentümer zwei Optionen: Entweder kann er das Werk zu Hause hängen lassen und privat seinen Ankauf genießen oder er kann versuchen mit seinen Schatz Geld zu machen wenn seine Finanzen knapp sind.
Aber, wenn das Werk aus irgendwelchen Gründen, das Land nicht verlassen darf dann hat er Pech.
Die Situation kann noch komplizierter werden wenn man beachtet dass ein Meisterwerk ein teueres Luxus sein kann. Man braucht eine gute Alarmanalage, versicherte Vitrinen…was weiß ich. Ab und zu, muss man auch das Stück restaurieren oder putzen lassen damit es keinen Wert verliert. Und das alles kostet Geld, viel Geld.
Anfang der Siebziger Jahre des letzten Jahrhunderts war die finanzielle Situation der Familie Lederer ziemlich problematisch und wegen des erwähnten Ausfuhrgesetzes dürften sie nicht ihre Kunstsammlung im Ausland rentabilisieren.
Verzweifelt, haben die Lederers schließlich im Jahr 1973 den „Beethovenfries“ von dem Auktionshaus Christie´s bewerten lassen. Die Britten schätzten das Gemälde auf 25 Millionen Schilling. Der damaligen Finanzminister Androsch hat in Namen der Republik Österreich der Familie Lederer 15 Millionen (mehr als eine Million Euros) angeboten. Die Ledererers „mussten“ also den Fries verkaufen. Die Republik hat das Gemälde gekauft, restauriert und in der Sezession ausgestellt.
Ende der Geschichte? Denkst du, heute geht es weiter.
In 2009 wurde das Gesetz aus 1918 novelliert und die Lederers haben eine neue Chance gesehen um das Beethovenfries zurück zu gewinnen. Sie haben ein Restitutionsantrag eingebracht und sie sowie ihre schweitzer Anwälte erwarten dass das Werk irgendwann zurück in ihre Hände kommen wird. Ihrer Meinung nach hat die Republik Österreich nicht sauber gespielt und damals zu wenig für das Gemälde bezahlt.
Natürlich, ist der Fall dubios und man kann sich viele Fragen stellen: z.B. Muss man jemanden etwas zurück geben das er auch schon gut verkauft hat? Hätten die Ledererers das Gemälde verkauft wenn ihre finanzielle Situation anders gewesen wäre? Beziehungsweise, hat die Republik Österreich von dieser Situation unfair profitiert? Warum hat es fast 5 Jahre gedauert bis die Lederers sich erinnert haben wie unfair die Transaktion 1973 war?
Fortsetzung folgt.
(Deutschefassungskorrektur: M. E.)
Y ahora, en español
Una de las tradiciones vienesas más bonitas es la Larga Noche de los Museos.
Tiene lugar todos los años durante el primer fin de semana de octubre. El sistema es sencillo y práctico: una sola entrada para todos los museos.
La ciudad de Viena es mundialmente conocida por su fabulosa oferta cultural y aquí se encuentran numerosas instituciones donde se pueden contemplar todo tipo de objetos del pasado. Muchos de estos museos son, naturalmente, muy interesantes, pero también bastante estrambóticos (pienso, por ejemplo, en el Museo Funerario). Por eso, lo mejor, justo en la Larga Noche de los Museos, es evitar la Albertina o el Museo de Historia del Arte y ver exactamente esos museos escondidos o más pequeños.
Uno de estos es la Sezession, en la Wienzeile (no está muy escondido, pero no es especialmente grande).
El edificio es espectacular, una de las señas de identidad de Viena, pero las exposiciones especiales están pensadas muchas veces para un público algo minoritario. Sin embargo, allí está cuelga permanentemente como atracción principal el conocido como “Friso de Beethoven” de Gustav Klimmt.
La obra fue expuesta por primera vez en la Sezession en 1902, pasa por ser una obra maestra del modernismo y cuenta con una historia bastante movida.
En el año 1915 el mecenas judío August Lederer compró el friso, de 34 metros de largo.
Durante el nazismo, el Friso, igual que otras obras de arte, fue expoliado y no fue hasta después de la guerra que los herederos del Sr. Lederer consiguieron recuperar la pintura.
En aquel tiempo una ley de la primera República Austriaca (1918-1938) se encontraba todavía en vigor. Se trataba de la conocida como “Ley de Exportación”.
Las consecuencias fueron totalmente desfavorables para los Lederer: el friso les pertenecía, naturalmente, pero la obra no podía ser vendido en el extranjero.
Llegados a este punto, quizá convendría una pequeña explicación: cuando alguien posee una obra como el Friso de Beethoven,el orgulloso propietario tiene dos opciones: la primera es colgar la obra en su casa y disfrutarla en privado o puede intentar ganar dinero con su tesoro si anda algo apretado financieramente. Pero si la obra, por alguna razón, no puede dejar el país para ser vendida, entonces se encuentra en un apuro.
La situación puede ser mucho más complicada si se tiene en cuena que una obra maestra puede ser un lujo muy caro. Se necesita un buen sistema de alarmas, vitrinas de seguridad…Qué sé yo. De vez en cuando, además, hay que restaurar la pieza o limpiarla, para que no pierda valor. Y todo eso cuesta dinero. Mucho dinero.
A principios de los setenta del silgo pasado, la situación financiera de la familia Lederer era bastante problemática y, debido a la mencionada ley de exportación, no podían rentabilizar su colección de arte en el extranjero.
Desesperados, los Lederer decidieron en 1973 dejar que la sala de subastas Christie´s tasara el Friso de Beethoven. Los británicos valoraron la pintura en 25 millones de Schillings (si yo fuera un periodista español hubiera escrito “de los antiguos Schillings”). El entonces ministro de Finanzas, Androsch, le ofreció a la familia Lederer 15 millones de Schillings (más de un millón de euros de 1973, probablemente diez o quince millones de euros al cambio actual). Los Lederer “tuvieron” que vender el Friso.
La República austriaca compró la pintura, la restauró –añado, no está en el texto en alemán, que necesitaba una restauración urgente- y la colgó en la Sezesion.
¿Fin de la Historia? Que te crees tú eso. En estos días, continúa.
En 2009 la ley de 1918 se modificó y los Lederer han visto en esta modificación una nueva oportunidad para recuperar el Friso de Beethoven. Han presentado una demanda de restitución y ellos, lo mismo que sus abogados suizos, confían en que la obra, en algún momento, volverá a sus manos. Según su opinión, la República austriaca no jugó limpio entonces y pagó demasiado poco por la pintura.
Naturalmente, el caso es dudoso y uno puede hacerse muchas preguntas. Por ejemplo: ¿Hay que devolverle a alguien un bien que ya vendió en su momento a muy buen precio? ¿Habrían vendido los Lederer la obra de Klimmt si su situación económica hubiera sido otra? Relacionado con esto ¿Se aprovechó la República austriaca de esta situación injustamente? ¿Por qué los Lederer han tardado cinco años en acordarse de lo injusta que fue la transacción en 1973?
Continuará.
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