Ante el Brexit: 1001 lazos entre Austria y Reino Unido

Lucien Freud en ViennaLos intercambios entre Austria y el Reino Unido, a lo largo de la Historia, han sido constantes. A pesar de la distancia. Un post lleno de anécdotas.

22 de Junio.- Y Austria, señora, ha hecho chimpún en el europeo de fúrgol. Los pobres. Si es que, si había un equipo en todo el campeonato que se mereciese un milagro, ese era el Austriaco. Es como cuando uno, dando clase, se topa con ese alumno torpecillo pero que desea aprobar con todas sus fuerzas y uno ve que, por más que se esfuerza, no da más de sí, el angelito. Pues estos igual, son malillos, pero se lo toman tan en serio (si uno lee la prensa austriaca, pareciera que son Brasil) que casi uno desea que les suceda un milagro y ganen algún día alguna copa de algo, las criaturas. Pero nada.

En fin: otra vez será.

2016 está siendo un año emocionante (o sea, que no ganamos para sustos) y mañana tendremos que pasar otro trago: el del referendum (no vinculante) sobre la permanencia del Reino Unido de los hijos de la Gran Bretaña en la Unión Europea.

Los periódicos se han llenado de Brexits, lo mismo que cuando los griegos andaban los pobres quejosos (pero con el ministro de economía más molón de la Unión, con el permiso del marido de Fiona Swarovski) no hacíamos más que oir lo del Grexit para acá y lo del Grexit para allá, jroña que jroña.

En esta jornada que para los británicos está siendo de reflexión, mientras revuelven con la proverbial flema su tacita de „tía“, he pensado que quizá sería una buena idea pasarle revista a la influencia británica sobre Austria en general y sobre Viena en particular. Como en la vida de Bryan ¿Qué han hecho los británicos por nosotros?

La influencia inglesa sobre Austria se ha producido a pesar de la distancia geográfica que separa esa isla llena de gente hortera y excéntrica de la sosegada Centroeuropa. Y ha sido desde épocas remotas.

En el siglo XVII, por ejemplo, bandas de cómicos ambulantes ingleses trajeron a Austria los gustos teatrales isabelinos (Chéspir and Co.) y, algo más tarde, en el siglo XVIII, el príncipe Eugenio de Saboya (¿La calle Saboya? Hombre, si la pisa usted fuerte…) pues eso, que el príncipe Eugenio tuvo un intercambio de impresiones con el duque de Malborough, británico, a propósito del varonil tema de cómo le gustaban a él los jardines. Este Malborough fue antepasado de otro duque de Malborough, el que luchó contra Napoleón en la guerra de la Independencia nuestra, y cuyo nombre ha pervivido en las canciones infantiles como „Mambrú“ (se fue a la guerra, qué dolor, qué dolor, qué pena).

Cien años más tarde sobre poco más o menos, de que el gay austriaco con más cuerda guerrera plantase los jardines del Belvedere (vamos, los hiciera plantar, porque él tenía miedo de que se le torciera el pelucón), los arquitectos del emperador Sosó adoptaron con mucho gusto el estilo gótico inglés, llamado Tudor, y construyeron, por ejemplo, el Rossauer kaserne, a la vera verita del Donaukanal. Cuartel militar que, un poco más, y podría haber guardado las joyas de la corona (de Inglaterra, que las nuestras están a buen recaudo en el Hofburg).

Donaukanal

Técnicos británicos trajeron en el siglo XIX el ferrocarril a Austria (entonces aún un Imperio) y otros técnicos británicos, esta vez jardineros encargados de cuidar orquídeas, inocularon a los Austriacos con el veneno del „fúrgol“ !Después de lo de hoy más les hubiera valido que no lo hubieran aprendido, los pobres! (los lectores de Viena Directo podran aprender la historia de este contagio en este post antiguo sobre anécdotas del futboleo austriaco).

Pasando a historias concretas, el poeta Auden, cuyo poema más famoso sale en „Cuatro bodas y un funeral“ y que fue, durante mucho tiempo, el novio de Christopher Isherwood, el autor de „Soy una cámara“, novela en la que se basa el musical Cabaret, decidió fijar su residencia de verano en Austria, concretamente en la localidad de Kirschtetten, en Niederösterreich, y pasó todos los estíos aquí entre 1957 y 1973. Precisamente el 29 de Septiembre de aquel año („verano muerto, veré a las chicas, pasar“) el poeta Auden murió en Viena. La historia se puede leer aquí también.

En 2011, murió en Londres el pintor británico que lleva, probablemente, el apellido austriaco más famoso de todos los tiempos (con permiso de los Habsburgo) y que, además, es uno de mis pintores favoritos (en la retrospectiva que le dedicó el Kunshistorisches disfruté como un gorrino en una charca). Me estoy refiriendo, naturalmente, a Lucien Freud. El bueno de Luciano era nieto de Don Sigmundo el farlopero, descubridor del Psicoanálisis. Hijo, más en concreto dle cuarto de sus hijos, Ernst Ludwig, el cual nació en Viena en 1892.

Los descendientes de Lucien Freud son/fueron personas brillantes en la alta cultura del continente europeo.

Esperemos que mañana se imponga la sensatez y que Austria e Inglaterra puedan seguir influyéndose mútuamente en el futuro.


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