Vuelve el hombre

Ante un cambio que se prevé inminente, el canciller Nehammer dejó claras sus posiciones de partida el viernes pasado, en un comentado discurso.

12 de Marzo.- Cualquiera que esté atento a la actualidad austriaca puede darse cuenta facilmente de una cosa: en los pasillos del poder la inquietud es patente.

Se espera un cambio y de manera muy próxima. Tan próxima como por ejemplo a la vuelta del verano. Y ya se están tomando posiciones. A toda velocidad.

Ayer, hablábamos de la guerra intestina que ocupa a los socialdemócratas y que podría leerse también como el intento de deshacerse de un peso muerto (Pamela Rendi-Wagner) para probar con alguien supuestamente mejor -lo sabremos pronto: el miércoles se reúne el “presidium” del Partido Socialista austriaco y puede pasar de todo, incluso un golpe de efecto que lleve al poder a Doskozil-.

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EL DÍA DEL ORGULLO MACHOTE

Hoy hablaremos de los esfuerzos de otro hombre, el propio canciller Nehammer, para dejar claras -meridianamente claras- sus posiciones de cara a los nuevos retos que plantean unas elecciones que, como muy tarde, están previstas para el año que viene.

A estas alturas, todo el mundo asume más o menos que el cambio que se avecina va a ser un volantazo a la derecha. A la extrema derecha. Y así parecen anunciarlo las encuestas que le dan el liderazgo a Herbert Kickl (un 31%, según la última publicada por Profil, que suele “clavar” los resultados electorales).

Eso es tanto como decir que vuelve el hombre.

Esto es: el hombre blanco, heterosexual y, en el caso austriaco, ese hombre que piensa que hay que leer el Kronen Zeitung que es el que dice la verdad. O sea, que los extranjeros somos una gente muy mala (cuanto más morenitos más malos) y que uno no es un hombre completo y no se viste por los pies si no conduce un coche con un buen motor de combustión y que eche mucho humo por el tubo de escape.

El canciller Nehammer, por circunstancias de todos conocidas, se ha visto obligado a gobernar con los Verdes y sus asesores seguramente le han advertido de que parte de su electorado le percibe como contaminado de un progresismo del que, tal como están las cosas, haría bien en deshacerse cuanto antes.

En esta clave hay que leer el discurso, anunciado a bombo y platillo, que Nehammer pronunció el viernes pasado y que era un claro mensaje a ese tipo de votante (mayoritariamente masculino) que, ante cualquier conversación sobre los derechos de las mujeres o del colectivo LGTBI, dice aquello de “pues a ver cuándo ponen un día del orgullo machote”.

NI MACHISMO NI FEMINISMO, IGUALDAD

Empezó el canciller apelando a la “reconciliación” entre los austriacos. Un mensaje aparentemente inocente que no lo es de ninguna manera. Semanas atrás, durante un llamamiento similar a la “reconciliación” el canciller pareció sugerir que los antivacunas y los negacionistas podrían haber tenido más razón en algunos casos que los científicos que asesoraron al Gobierno. Cosa que, como es obvio, no le gustó nada a los científicos. Y cosa que, como es obvio, no es verdad.

El siguiente punto de la charla también era un mensaje clarísimo a los votantes de la extrema derecha austriaca. Los antivacunas que se han reciclado en “fairdenker”. O sea, en ver la guerra de Ucrania no como la inaceptable agresión de la segunda industria militar del mundo contra un país mucho más pequeño e indefenso, sino como un “conflicto” entre iguales. Así pues, otro “sí, pero” en la cuenta de Nehammer. O sea: nosotros somos solidarios con el pueblo de Ucrania pero somos “los que tienden puentes”.

Nehammer también disparó, sin nombrarle, contra Herbert Kick, su adversario más directo. Habló, “en passant” de la desinformación, de las influencias externas en la democracia austriaca (los rumores del FPÖ aceptando dinero de Moscú en pago pro defender sus tesis), de un lenguaje político en el que “la humillación” se había convertido en algo “cada vez más normal” (Herbert Kickl llamando al presidente “momia” y diciendo que estaba senil).

Al hilo de esto, Nehammer reivindicó para sí la “moderación” y el “centro” y aludió a dos cuestiones candentes en la sociedad y muy importantes para un hombre blanco y heterosexual como él. Por un lado, el uso de los vehículos con motor de explosión y por otro el problema del “género”. Y, como todos los hombres blancos y heteros, terminó diciendo que “podríamos estar discutiendo semanas a propósito de esto, pero es mejor (atención) que entremos a los auténticos problemas de la gente”.

Atención al adjetivo “auténticos”, porque en esa única palabra se resume casi totalmente las líneas de fuerza del discurso de Nehammer.

Ni el cambio climático, quizá el mayor reto de nuestra civilización, ni el problema de la igualdad entre hombres y mujeres, son “auténticos” problemas.

Y se preguntará el lector ¿Cuáles son, según Nehammer, el canciller de la República de Austria, los “auténticos” problemas de la población y, por lo tanto, las cuestiones que exigen tiempo y esfuerzo por parte del Gobierno?.

Helos aquí:

Hasta ahora, se tomaba por válida la promesa de que a cada generación le iría mejor que a la anterior ¿Sigue siendo verdad? ¿Cómo y dónde viviremos en el futuro? ¿Habrá igualdad entre el campo y la ciudad o predominará la ciudad? En 2030 ¿Tendremos más “trabajo” o más “vida”? ¿Es la bajada del consumo la respuesta adecuada y nuestro bienestar y la protección del medio ambiente y del clima son excluyentes? (la frase está así de mal redactada en el original, lo siento) ¿Y cuán segura estará Austria en el mundo cambiante de 2030?”

Tras esto, Nehammer se lanzó a un canto al talento y al futuro un tanto abstracto que desembocó en una llamada directa al grupo social que constituye el mayor caladero de votos de la ultraderecha: la gente sin estudios superiores.

Afirmó Nehammer que “tan importantes” son los que tienen un título universitario como los que “trabajan con sus manos” y que era misión del Gobierno dar las mismas facilidades a los unos y a los otros.

EL CAMBIO CLIMÁTICO ES UN PROBLEMA GRANDE, PERO EN COCHE SE PUEDE IR A TODAS PARTES

Merece la pena citar las palabras del canciller con respecto al tema del cambio climático, palabras que son las que más polvareda han levantado y las que estaban pensadas específicamente como señal a sus votantes (hombre, blanco, cis) de que “los verdes y nosotros no somos lo mismo”.

Dijo el canciller que “de ese apocalipsis climático del que se habla, no hay señales” y se lanzó a defender acaloradamente la industria austriaca del automóvil que da trabajo a 80.000 familias en 900 empresas (calcule el lector: eso son alrededor de doscientosmil votantes, lo cual en un universo de seis millones no es moco de pavo).

Tras esto, hombre blanco y heterosexual, el canciller vino a decir que si el mar sube, que no hay problema, que se construyen diques y andando, como llevan haciendo los holandeses varios siglos. Y que Austria está dispuesta a echar una mano donde sea, porque no es el país más afectado por el cambio climático -como probablemente habrá podido leer gran parte de su electorado en el Kronen Zeitung-.

Llevo ya dos folios analizando el discurso y podría seguir más, pero creo que con estas pinceladas han quedado claras las intenciones y, sobre todo, el marco mental de Nehammer.

Aquellos de mis lectores que sientan curiosidad por el texto, lo tienen completo aquí.

230310_1427_rede_zur_zukunft_der_nation_transkript.pdf (wienerzeitung.at)


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