Esto ha sido 2022 en Viena Directo

A reina muerta, rey puesto. Una vacunación obligatoria que se ha quedado en nada. Negacionistas convertidos en prorrusos. Con ustedes, 2022 en noticias.

17 de Diciembre.- El año 2022 va llegando a su fin. En una semana será nochebuena (al día siguiente, si no pasa nada, será navidad) y, antes de que nos demos cuenta, estaremos todos con resaca (unos más, unos menos) viendo el Concierto de Año Nuevo. Toca resumen de 365 días que han dado mucho de sí.

Mientras estaba repasando los archivos del blog en busca de noticias, me he dado cuenta de que estos resúmenes son de alguna manera una apuesta de futuro. O sea, hay que encontrar las noticias que, en diciembre de 2023 seguirán pareciendo importantes. Aunque también hay espacio para decir “!La mar! ¿Y esto solo hace doce meses que pasó?”. En fin, allá vamos.

En enero de este año nuestras preocupaciones más acuciantes estaban en la pandemia. Las tropas rusas ya se habían arracimado alrededor de las fronteras ucranianas, pero nosotros aún teníamos la esperanza de que, como decía el Kremlin, la cosa se tratase solo de maniobras y no, como de hecho luego se confirmó, de un guateque mortal.

La extrema derecha andaba como de costumbre haciendo el mal, y barriendo para casa, a base de explotar la decisión del Gobierno de obligar a todo el mundo a vacunarse del coronavirus (en aquel momento parecía una buena idea). Por todo el país, pero principalmente en las áreas más ultramontanas se sucedían las manifestaciones. Algunas, de vergüenza, como la que se desarrolló delante de un colegio y que contamos aquí.

Entre tanto, los negacionistas se han convertido en prorrusos y ahora los que eran Querdenker, son “Fairdenker”.

Mi abuelo tenía un barco, mecachis en la mar.

Llegó Febrero, más concretamente el día 24, y la Federación Rusa invadió la República de Ucrania. Los soldados rusos empezaron a penetrar por las fronteras ucranianas pero una mezcla de valentía ucraniana, incompetencia rusa y, por qué no, la ayuda de los aliados europeos (Unión Europea y OTAN) consiguieron que lo que Putin pensaba que iba a ser coser y cantar, se convirtiera en una guerra de desgaste que se prolonga hasta hoy. Este fue el post del pistoletazo (y nunca mejor dicho) de salida.

Muy poco tiempo después, empezaron a llegar a Austria personas huyendo de Ucrania, fundamentalmente mujeres y niños. En apenas 20 días, llegaron a Austria, principalmente por ferrocarril 117.000 personas huyendo del conflicto. Entre tanto, empezó a no valer lo de la equidistancia. O sea, que se pidió a las personas que se retratasen y eligiesen un lado. La mayoría eligieron el de la decencia, o sea, el de condenar la agresión. Algunas personas, como Ana Netrebko, se resistieron como soprano panza arriba. Y otras, como la ex ministra de asuntos exteriores ultraderechista Karin Kneisl, demostraron que, como se dijo en su momento del emperador Tiberio, eran barro amasado con sangre. La mayoría de exmandatarios occidentales a los que Rusia tenía comprados sentándolos en consejos de administración a cambio de jugosas mamandurrias, abandonaron sus puestos (tenían miedo, claro, de que las sanciones que afectaban a los oligarcas cayeran sobre ellos). Entre ellos, Christian Kern, el excanciller austriaco.

Y, sin embargo, no todas las cosas que pasaban en el mundo eran la guerra ni todas eran malas. En abril, después de 16 horas de debate (uno se plantea la resistencia de las vejigas de los eurodiputados) se aprobó la DSA o Digital Services Act, una ley histórica que convierte a la Unión Europea en uno de los territorios pioneros a la hora de salvaguardar a los ciudadanos en la era digital.

Por cierto, no ha sido esta la única noticia molona relacionada con el mundo digital. En junio, la Unión Europea aprobó que, a partir de mediados de 2024, será obligatoria la unificación de todos los modelos de cargadores de aparatos electrónicos. USB todos, y andando.

Se espera un ahorro de 250 millones de jEuros anuales.

En Abril, Karl Nehammer, canciller austriaco, hizo el viaje más extraño de su vida. Se subió a un avión y aterrizó en Moscú dispuesto a hablar con Vladimir Putin, el cual, como era esperable, se bajó la cremallera del pantalón, se sacó la chorra y se meó en los papeles que traía el canciller austriaco (todo ello metafóricamente, pero podría haber sido real).

Ni que decir tiene que, después del viaje de Nehammer, la guerra siguió lo mismo que antes.

Mayo llegó y con él la viruela del mono. Los conspiranoicos empezaron a dar la turra, que si esto es un virus creado en un laboratorio, que si ya verás que nos vamos a tener que vacunar, que si tal y que si cual. Al final, falsa alarma. No hubo otra pandemia (gracias a Dios).

Los antivacunas, ese grupo de cenutrios, provocaron el suicidio de la doctora Lisa-Maria Kellermayr, acosándola hasta que se quitó la vida.

La guerra de Ucrania ha provocado una gran carestía de los combustibles fósiles provenientes de Rusia, insumos que la Federación Rusa ha utilizado como arma de guerra y que todos seguimos usando (de momento) a pesar de que el cambio climático va a provocar nuestra extinción el día menos pensado.

Por cierto, y hablando de cambio climático. Para los negacionistas. 25 grados en octubre. En Viena. Sí. Un desastre.

Por cierto, este año también hemos hablado de CO2 y, como dijo Antonio Guterres, el secretario general de la ONU, la hostia que nos vamos a dar va a ser épica.

En este marco, Rusia saboteó con toda probabilidad los gasoductos Nordstream 1 y 2, y se habló también de que había intentado sabotear la refinería de Schwechat. Lo contamos aquí.

A finales de septiembre, Italia fue a las urnas y votó el primer gabinete de extrema derecha (con miembros abiertamente simpatizantes con el dictador Benito Mussolini). Todos temíamos que la cosa fuera una catástrofe, porque ya se sabe que Vladimir Putin ha estado financiando las extremas derechas europeas para que revienten la Unión Europea desde dentro. De momento, sin embargo, y salvo agrias disputas con Francia debido al rescate de pobres náufragos en el mar, el gabinete de Giorgia Melloni ha sido perro ladrador. Que siga así.

En septiembre también falleció la Reina (la de Inglaterra, que era un poco la reina que todos habíamos conocido). Aunque la pobre señora ya tenía 94 años, dadas las longevidades en esa familia, todos pensábamos que llegaría a los ciento cincuenta (por lo menos). Incluso en Austria, siendo una república, se pusieron las banderas a media asta.

Desde hace tres meses y algo, el Reino Unido tiene un rey nuevo, Carlos III.

Del mundo de la cultura, dos noticias: la primera, que el director austriaco Ulrico Seidl tuvo que enfrentarse a graves acusaciones al respecto del rodaje de su última pinícula, Esparta. Al final, por cierto, las acusaciones se han quedado en nada y Seidl no va a tener que devolver ninguna subvención ni nada.

La segunda noticia ha sido la falsificación de un marco de Basquiat por parte de André Heller. La historia sigue coleando, por cierto.

Diciembre ha traido tangana en Bruselas. El Gobierno austriaco ha vetado la entrada de Rumanía y Bulgaria en el espacio Schengen.

¿Qué nos traerá 2023? Sea lo que sea, una cosa es bastante segura, que si no se cae internet (o no me caigo yo) aquí estaremos para contarlo.


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